24 jun 2018

Séance

Título Original: 降霊
Aka: Kourei
Aka: Séance
Japón, 2000, Kiyoshi Kurosawa






















La sutileza como ingrediente estrella



Kôji es un hombre humilde y sencillo que se gana la vida como realizador técnico de sonido de una cadena de televisión. Su esposa, Junko, una médium agotada de su rutina monótona e intrascendental. Un día que Kôji tiene que ir al bosque a grabar unos sonidos que le habían pedido, una niña pequeña que huía de su secuestrador se esconde en una de las cajas del técnico. Una vez que el matrimonio descubre a la pequeña tendrá que decidir qué hacer con ella sin que la investigación de la policía les salpique y terminen acusados del secuestro.

Tras el éxito cosechado con Cure en 1997 y su historia redentoria en Charisma, Kurosawa volvería una vez más al cine “for TV” en el 2000 con Séance en francés o Kourei, “espiritismo”. Perteneciente al ciclo dorado del cine dramático-suspense-terror del artista, completa junto con Pulse (Kairo-2001-) una tetralogía única iniciada con la anteriormente mencionada “Cure”, un thriller policíaco. Hablar de un film de Kurosawa es hablar de otro tipo de películas, otro tipo de cine, el cine representado en el arte y fusionados el uno con el otro. Este hombre tiene una gracia, una sutileza tan única creando cine que aquel que busque mil veces lo visto pero distinto, lo encontrará, porque este cineasta se lo dará. 



En este caso se nos presenta otra de tantas historias cotidianas, aquella vivida por personajes en un guión e interpretada igualmente por actores tan reales como tú o yo. Creo afirmar sin errar que el realizador se esforzaba al máximo por trasladar a un escenario corriente una trama paranormal o increíble de la forma más natural y simplista posible. De la misma forma la obra está cargada de elementos y matices que automáticamente me sacan una sonrisa por poder disfrutar de algo que sé que me va a convencer.

Técnicamente la película posee un acabado técnico magistral, desde la cámara hasta el escenario. Con los típicos enfoques directos y estáticos, la cámara en contadas ocasiones nos muestra a un personaje parado ante un paisaje mucho más grande que él, donde podemos apreciar diversas cosas como el estado de ánimo de ese personaje o lo que le ronda por la cabeza. La ausencia de música en la mayoría de los momentos le da un toque mucho más realista a la acción, haciéndola más cercana al espectador o a los sentimientos del personaje en su escena. Mismamente, se puede apreciar con todo lujo de detalles mediante las actuaciones “forzadas” o “antinaturales” de los actores la relación entre sus personajes. Esto es algo muy grande, pues le estás queriendo hacer ver al espectador lo mal que está el matrimonio, por medio de unas actuaciones, como mínimo artificiales y diálogos vacíos. Esto no sólo cuesta hacerlo bien, sino que si la cagas, no terminas de retocar el énfasis que pones en cada escena, el estado de ánimo de los personajes ante una determinada situación. En el cine americano, y como no saben llevar a cabo esta técnica que podría relacionarse en exclusividad con Kurosawa, los personajes recurren a frases clichés, enfados, voces y demás situaciones que se dan cuando una pareja pasa por una crisis. 


La película nunca gira entorno al secuestro de la pequeña, es un mero añadido a la trama que vive la pareja. Cómo viven, sus propios problemas y como tratan contra ellos. Te muestran un hombre asustadizo y cobarde con graves problemas para hacer feliz a su esposa. Una mujer que se empieza a cansar de su actual vida y pide a gritos un cambio, algo que rompa la rutina de su frustrante vida. Aunque disparejos como así los he presentado, la cinta los expone como dos lágrimas idénticas, una apoyándose en la otra, condenados por su incompetencia.

Dentro del cast tenemos la familia Kurosawa, actores y actrices estrella que gracias al realizador nipón empezaron a despuntar y a ganar premios. Kôji Yakusho (actor fetiche en Cure, License to Live, Pulse), Jun Fubuki (Charisma, Pulse); secundarios y cameos por los grandes Ren Osugi y Sho Aikawa (tras sus espaldas una filmografía impresionante) o los jóvenes Tsuyoshi Kusanagi (El Hundimiento de Japón), Hikari Ishida (Tokyo Marigold) o Masahiro Toda (Cure).

Otra joyita del buen cine, pero sobre todo del bien hecho. No recomendable para todos por su ritmo y por la falta de “acción” a ojos occidentales. Mi mayor enhorabuena otra vez a Kurosawa.

7/10


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