DIRECTOR: SION SONO
Noriko’s Dinner Table, ¿la aspirina para el Suicide Club?
Como ya dije en mi crítica a Suicide Club, la obra del 2001
de Sono dividía opiniones; fans y detractores. Bueno, como en todas las
películas, ¿verdad? Siempre va a ver gente a la que le gusta la película y
otros a los que no, pero recordemos que nos encontrábamos delante de un bloque
macizo y de difícil comprensión: El Club del Suicidio. Tanto revuelo ocasionó
la cinta y mismamente, hubo tal colectivo a nivel particular como críticos y
especialistas que no la llegaron a comprender del todo, que el bueno de Sion
Sono realizó cuatros años más tarde, la que sería una precuela explicativa de
la susodicha cinta.
Si bien es cierto que de alguna forma aclara ciertos
aspectos o agujeros que dejaba a libre interpretación el primer filme, esto no
quita ¡ni por asomo! que Noriko’s Dinner Table sea una película sencilla, amigable
y de fácil digestión. Por no decir que vuelve la narrativa tan propia del cine
japonés, endulzada con ese toque personal del cineasta. Para explicar la
película el director tuvo la brillante idea (en el buen sentido) de hacer un
ejemplo de 160 minutos, porque eso es lo que es Noriko’s, una gran ejemplo
explicativo.
En este caso asistimos a una familia de clase media donde la
hermana mayor se siente ignorada e incomprendida por sus padres, aunque sobre todo
por su padre, el cual le prohíbe estudiar en la universidad de Tokio (donde la
hija quiere cursar sus estudios, por el prestigio que tiene la facultad) por temor
a que algún desgraciado embarace a su amada hija.
Esa es la premisa de arranque que se nos presenta y a partir
de ahí la hija en un arrebato de rebeldía huye una noche de casa para
encontrarse con un grupo de amigas que conoció en Internet… Los giros que pega
la peli son cuanto menos, sorprendentes, y es que además la obre se divide en
capítulos y cada uno narrado desde el punto de vista de los protagonistas. Esto
aporta un plus al mismo sin ninguna intención planificada, volviéndola más y
más interesante. De hecho es curiosa la evolución que sufre nuestra protagonista,
Noriko <Kazue Fukiishi> a lo largo del film y que, ojo, se asemeja
muchísimo (demasiado diría yo) a esa dual relación que ya estableció el artista
en Suicide entre la chica y Shibusawa y el espectador; esto es, la
compenetración de personaje de película-espectador. La misma técnica vuelve a
poner en práctica y vuelve a funcionar, pues durante la primera hora uno se
siente igual que Noriko: perdido, sin entender nada. Y no será hasta que avance
la trama en otros personajes cuando ya uno se vaya enterando de por dónde iban
los tiros e ídem Noriko.
Sin meterme mucho en materia puedo decir que la historia
tiene una rica narrativa con un final demoledor para un padre <Ken
Mitsuishi> (Ekusute) e hijas, pero sobretodo, la figura del padre es
importantísima y todo lo que le sucede y realiza. Es una oda al esfuerzo, al
amor por unas hijas que siente le abandonaron y también al dolor silencioso que
tiene que soportar hasta el final. Es eso, una conclusión de los hechos que te
deja sin aliento, no por el contenido explícito sino por la tensión tan
realista que viven los personajes en media hora de metraje (sino menos).
Un drama con todas las de la ley que provoca sentimientos
encontrados en el espectador sin buscarlo, y todo ello empapado por una
magistral banda sonora compuesta por <Tomoki Hasegawa> quien ya participó
en Jisatsu Circle y Ekusute. Las actuaciones sólo cabe decir que son
espectaculares, por actores y actrices que simplemente, están a otro nivel.
Si se ve, recomiendo encarecidamente hacerlo con paciencia,
tranquilidad y obvio, los seis sentidos puestos.
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