22 oct 2016

Suicide Club

AÑO: 2001
DIRECTOR: SION SONO























¡¡CONTIENE SPOILERS!!


Una de las películas más icónicas, representativas y famosas del director, guionista y poeta Sion Sono es sin lugar a dudas “Suicide Club”. Obra cumbre en su carrera y primera producción con prestigio internacional (cabalgó durante años por festivales de todo el mundo) que ya adelantaba su peculiar forma de hacer cine.


Jisatsu Circle es de esas cintas cuya opinión se encuentra visiblemente dividida en dos bandos: los que la odian y/o no les gusta (porque básicamente no la han entendido/se esperaban otra cosa) y el grupo de residentes que les encanta por ser un distintivo bastante apetitoso al género y más en concreto, porque comprendieron el mensaje principal del film. Yo, una vez más padezco el síndrome del “tercer bando” como me he permitido auto-denominarlo y que aúna a aquellos espectadores que a expensas de haber entendido y comprendido la idea de la cinta, sencillamente, no les atrae. Así es, tengo que admitir la crítica que emana por los cuatro costados esta obra del prestigioso J-Cinema, pero en lo personal, pienso que se podría haber expuesto de una forma más directa y con menos complicaciones. Me explico:

¿Alguna vez has oído hablar de la expresión “No es el qué se dice, sino el cómo se dice”? Seguro que sí, y a pesar de que a priori no se le da mucha importancia, tiene más que la que creemos. Un ejemplo práctico podría ser la discusión de un tema algo peliagudo (o no) y tratarlo con serenidad y tranquilidad mientras te opones a él o, por otra parte, saltar irascible y furioso también, oponiéndote a él. Ojo, no confundir con “ser políticamente incorrecto”.

Veréis, con la explosión que provocó accidentalmente la Ringu de Hideo Nakata, la industria del cine español giró la cabeza por primera vez hacia ese continente tan lejano que era Japón y comenzó a importar obras suyas dentro de nuestras fronteras. Obviamente se trataban de películas de terror y a día de hoy, distribuidoras como “MediaTres Estudio” o “Selecta Visión” siguen trayéndonos a cuenta gotas más obras de ese país. Por otra parte no sé si os habréis dado cuenta o no, pero parece que esas compañías iniciadoras (no confundir con las citadas) no se tomaban muy en serio el tema de elegir películas y pillaban por los pelos aquellas que tenían una gran fama a nivel internacional; doblándolas de mala manera y publicitándolas como unas J-Horror Extremes… Cierto es que la gran mayoría eran filmes de terror, pero otras no, ¿adivináis ahora a quién me refiero? Exacto, a Suicide Club. Esta película es el perfecto ejemplo de cinta japonesa que con tener un escaparate aparentemente de “terror” ya se la etiquetaba, empaquetaba y exponía en las tiendas/videoclubs de todo el país como una horror movie. Porque vamos a ver, El Club del Suicidio NO es una película de TERROR. En absoluto.

Entonces si tenemos en cuenta los dos párrafos anteriores podemos entender el por qué de que el primer grupo que antes he nombrado tenga tantos adeptos, ¡se esperaban otra cosa a la que les vendieron!

Además y para más inri si cabe, estamos ante una producción que no se la puede criticar con sólo verla una vez y ya está. No porque yo lo diga, sino porque no se entera uno de nada. Quitando el segundo visionado que le eché, hay que empezar por mencionar el fundamento intrínseco de esta obra, ¿cuál es su objetivo? ¿Acaso Neon Genesis Evangelion es una acción llena de mechas dándose de ostias? No, ¿verdad? ¿Y entonces por qué tanta gente la odia? Pues porque no saben ir más allá, ahondar en el verdadero significado que está detrás de una estudiada y premeditada máscara.
Suicide Club NO es una película de terror, Suicide Club NO es una película de intriga y Suicide Club no es thriller; y no es ninguna de esas tres cosas porque no le interesa. De hecho son un mero recurso estilístico usado de vez en cuando, de aquella manera sin darle mucha importancia y haciendo ver que ¡oye! La peli no gira entorno a la investigación del detective y su ayudante (paralelamente Anno empleó la misma técnica de los mechas en su Evangelio). Entonces…¿Qué es El Club del Suicidio? ¿Qué qué es? Una crítica, una llamada de atención a la sociedad, un reclamo.

Otro tema a considerar es que en la época en la que se rodó la peli se sucedían muchos suicidios en Japón y de esta forma el cineasta lo aprovechó para incluirlo en su obra. ¿Os acordáis de esa escena en la que una chavalada se tira desde el balcón de una escuela? No la veis algo…¿rara? Como anti natural, ¿forzada tal vez? Otro motivo más para darse cuenta de las verdaderas intenciones del director. Pasa lo mismo con esa tarantiniana introducción.

Estamos ante una crítica en cubierta contra varios factores como es el de la falta de personalidad en los jóvenes y su fácil manipulación por las modas (el efecto Desert con sus canciones de doble sentido), la carencia de vida que un sujeto posee dentro de una sociedad estandarizada y bajo unas rutinas casi agobiantes (las tomas de las personas que iban en el metro lo dicen todo, la vida personal que nos es mostrada del detective encargado) y su posterior cura. Una cura basada en la autoreflexión del mundo que te rodea y ser consciente con uno mismo, llegando a formar un solo sujeto con todos los que te rodean. El stress, ajetreo o las prisas son elementos muy cotidianos en cualquier ciudad, pero en nuestro caso se acentúa si nos vamos al país del sol naciente.

A medida que avanza la película nos va mostrando diversas escenas con distintos propósitos igualmente sugerentes y reveladores. Cuando Kuroda se suicida delante de sus compañeros no lo hace porque sí, sino porque por fin comprende el significado de los suicidios: si no te ves capaz de ser uno solo con todos, no mereces vivir. Hay que saber apreciar la vida y además el suicidio es la muerte más popular en Japón, por delante de crímenes u otros delitos. Si te fijas antes de pegarse el tiro dice “ellos no son los culpables”. También observamos diversas escenas con cierto toque humorístico que son más una válvula de escape que otra cosa u otras bastante grotescas, como la de Génesis.

Entre todo este batiburrillo de trama aparece “Noriko” con un protagonismo casi secundario, pues el espectador pensaba que el detective iba a ser el prota de la función. La cosa es que, tanto Noriko como Shibusawa empiezan por el mismo camino; pero la chica descubre el núcleo de todo el entramado de suicidios diarios; hasta “enfrentarse” contra el jurado, uno presidido por críos, símbolo internacional de la pureza e inocencia.

Entonces con todo lo ya dicho el director programó el juego de tal forma que el espectador se familiarizase con uno de los dos, ¿entendiste bien el final de la película? ¿Por qué Noriko mira de esa forma al joven policía? Shibusawa sigue sin entender el mensaje de lo que le rodea, al igual que el grupo de incompetentes que trabajan en el caso; y es que a veces, los árboles no te dejan ver el bosque.



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