13 jul 2020

Bright Future

Título Original: アカルイミライ
A.K.A: Akarui Mirai
a.k.a.: Bright Future
2003, Japón, Kiyoshi Kurosawa
 

























A medida que uno va avanzando en la filmografía de un director, esto es, desde sus inicios hasta el final de su carrera cinematográfica, puede apreciar varias cosas. Esto no siempre debe estar ligado con una maduración personal, sino que incluso puede especializarse en crear un tipo determinado de productos, o bien retocar ciertos elementos de sus obras, dejando impreso su “sello personal” o también, por qué no, demostrar su brillantez sobre un género determinado antes que sobre otros.

En cuanto a nuestro maestro en cuestión, Kiyoshi Kurosawa, me atrevería a decir que peca del último aspecto a grandes dosis, siempre, dejemos esto claro, en el buen sentido del término. Y es que leí a un usuario de Internet que afirmaba que, de alguna forma a Kiyoshi “se le daba mejor” hacer películas que no fueran de terror. No se trata de una cita textual, sino una idea transformada. Aunque seguro estoy que nuestro amigo se habrá visto más material que el que escribe estas palabras, he de estar casi obligatoriamente de acuerdo con él.

Hasta el momento, es decir, hasta “Bright Future (2003)” podría decirse que del género Terror podríamos contar con la casi primigenia “Sweet Home (1989)”, su aportación al universo de “Gakko no Kaidan G (1998)”, “Séance (2000)” o la apocalíptica “Kairo (Pulse)” del 2001. De entre medias se mandó algunos trabajos desconocidos y con poco peso como “Dangerous Stories (1989)”, “Door 3 (1996)” o la para mí, un tanto sobrevalorada “The Guardian from the Underground (1992)”. Si por el contrario, colocamos en el otro brazo de la balanza, aquellas cintas que podrían llegar al término de Drama/Historias de la vida o la serie de películas con tinte policíaco-Suspense, estaríamos casi incluso en igualdad de condiciones. Aunque muchos de estos últimos trabajos actúan meramente de engrosamiento de su ficha personal como cineasta. Se tratan de obras “secundarias” donde la mayoría son cortos o TV Movies sin mucha relevancia. Con ello no quiero desprestigiar el trabajo del cineasta, pero la realidad muestra otra cosa bien distinta.

¿Qué de cierto hay entonces en lo dicho anteriormente? Bueno, quizás por la gran disparidad entre ambos géneros. Es cierto que el género del terror es amplio y de hecho, aporta una gran capacidad de síntesis con otros tantos, como por ejemplo, cine de terror y suspense, cine de terror y policías o también, cine de terror y acción. Sin embargo, con Kurosawa podemos discernir una gran y gruesa a la vez, línea fronteriza entre el mundo del terror y “lo que no es terror”. Ya sea sus dos primeros pinitos con “Kandagawa Wars” y “The Do-Re-Mi Girl” o con su saga “Suit Yourself or Shoot Yourself”, tenemos claro que entre el fin del mundo, casas embrujadas y fantasmas vengativos, Kiyoshi sabía cambiar de bando con gran maestría. Ahora bien, ¿dónde se especializa? ¿Qué se le da mejor? Si bien es cierto que las cintas de terror son de gran calidad y aportan un nicho dentro en la nueva ola del J-Horror moderno, aquellos otros trabajos marcan sobretodo un estilo propio y característico del propio realizador, romantizando a las propias películas y creándolas bajo un propio ambiente, una manera de contar la historia tan personal e inconfigurable por terceros, que hace nada más que quererlas y admirarlas a partes iguales.

Bright Future no es sino otro caso más de esos. Una película de “Historias de la Vida”, de un caso común y corriente de la vida cotidiana, que le sucede a un protagonista con alguna tara personal. Fórmula repetida en la gran cantidad de obras reconocidas del director: Serpent’s Path, The Eyes of the Spider, License To Live, Charisma o Barren Ilusions. Sin embargo, la diferencia de Charisma con las otras obras es que el resto están más enfocadas a esa personificación e identificación del cineasta con las obras, dándoles esa alma o ese estilo más propio que tiene el hombre. Charisma, aunque igualmente posee esa marca de calidad de Kiyoshi, es entendible de a primeras, sin muchas dificultades, y con metáforas y demás instrumentos narrativos asimilables y buenamente entendibles.

Futuro Brillante es lo que sueña nuestro protagonista, un joven con problemas emocionales y dificultades para relaciones de manera normal con sus iguales. En sus sueños contempla un mundo ideal y sano, donde él viviría feliz y en paz. Sin embargo, la realidad es antagónica como menos. Llega a tal punto su ineptitud para realizar la más básica de las tareas que un colega suyo del trabajo le ayuda y asesora con ciertos temas “básicos”. No solo se convierte en su único amigo, sino que cuando desaparece de su vida sin decirle adiós, nuestro protagonista ha de realizar un periodo de adaptación en soledad a la vida real. Una vida sin Mamoru, su único amigo.

Y es que el propio Mamoru renuncia un día a su mediocre trabajo para comenzar una nueva vida, un renacimiento. Asombrosamente, ello sería cometer un crimen atroz. La película se basa en las, tan amadas, metáforas del director para representar a la medusa venenosa que Mamoru tiene por mascota para reflejar el problema que ilustra a nuestro protagonista. La preciosa medusa no sólo es letalmente venenosa, sino que además posee una apariencia apacible, como relajada y en paz (o hasta suave y frágil). ¿Podría ser una representación del propio protagonista (Yuji Nimura)?

Como iba diciendo, una vez su único amigo es encarcelado, el padre del mismo, un viejo con una tienda de reparaciones de electrodomésticos, anda corto de personal y compañía, y decide “adoptar” a Nimura como su nuevo hijo y ayudante en la tienda. Asistimos ya no a una historia de un hombre con problemas y perdido en una sociedad que parece no quererle, sino a una lucha entre generaciones. El padre de Mamoru, que representa a una vieja generación con valores y aptitudes, y Nimura, quien quizás representa a una generación de jóvenes rebeldes sin una meta en su vida y sin aspiraciones personales. Entre tintas tenemos a la poca familia que tiene Nimura, los cuáles no sólo se ven más maduros y desarrollados que él, sino que representan otra generación, o grupo, donde él, debido a su incapacidad de adaptación, le es imposible encajar.

De narrativa compleja, llena de metáforas y estudios del comportamiento humano, Akarui Mirai, representa una obra interesante, de crítica social inclusive, que Kurosawa tan buenamente supo realizar. Transgresora en ciertos momentos, no es recomendable para muchos y aunque es bastante bella en cuanto a todo lo que quiso mostrarnos (y cómo lo hace), no quedará en la mente mucho más allá del simbolismo que transmite.

Ver con precaución y atención.

7/10

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