5 feb 2017

The Ring 2

Título Original: The Ring Two
aka: The Ring 2
Estados Unidos, 2005, Hideo Nakata























¡¡CONTIENE SPOILERS!!


Oh, el maravilloso mundo de las secuelas, son como un mundo aparte. Están las buenas y las malas, las que caen bien y las que desilusionan, las recordadas y las olvidadas…y también están las deseadas y las que nadie pidió. The Ring Two es una de ellas. Pero no sólo ella, sino también Ringu 2 o Rasen o The Ring Virus, quiero decir ¿por qué? Nadie las pidió y ahí salieron por la fábrica de sacar dinero fácil, normal cómo les fue.

Supuestamente este film retoma 6 meses después los hechos acontecidos en la primera parte. Aunque quién dice seis, dice catorce, da lo mismo porque en la película no se especifica no obstante uno puede sacar la conclusión (más que acertada) de que fue a la semana (la mudanza y el rollo “superaremos esto con una nueva vida”). De igual forma la película no emana en absoluto el estilo del director, siendo él como muchos otros, un títere dentro del soberbio macro projecto americano de relanzar sus fallidos remakes. The Pang Brothers fueron llamados a filas ante “The Messengers” y el hastiado Takashi Shimizu con su “The Grudge 2”. Obviamente otro de los grandes directores nipones a reclamarle su aporte fue Hideo Nakata. Todas estas cintas tienen detractores y fans pero lo que está claro es que rezuman cansancio, vacío. Esta obra es un perfecto ejemplo de ello.

The Ring Two no ofrece nada, pero nada nuevo a lo que podíamos esperarnos. Arranca de la manera más mainstream posible de una película de terror americana típica de la primera década del 2000. Esto se alarga en todo momento en una consecución de tópicos del género, unos tras otros muy seguidos también de casualidades apiladas unas tras otras. Seguir un pasillo recto hasta el final, punto. Una cosa te lleva a otra cosa que te lleva otra mediante una casualidad (¡anda, este personaje te llama por teléfono en una situación recurrente para avanzar en la trama! por citar un ejemplo) para nada impredecible y dando lugar a toneladas desmesuradas de escenas estúpidas sin ningún significado que aportar, lo que yo llamo perder el tiempo.

Por otra parte está el elemento estrella, el terror. Veamos…una vez que la protagonista, Rachel, prende fuego a la cinta maldita y claramente se ve como el mal se va consumiendo entre llamaradas de sufrimiento vengativo ¿qué hacemos? Eso fue lo que seguramente tuvo que pensar el guionista. Para ello se sacó de la manga una trama alternativa que de alguna manera pudiera dar forma y rellenar lo suficiente para cumplir con el mínimo comercial de los noventa minutos. Que me intentes vender un “los orígenes de Samara” podría llegar a vender si se hiciera bien y sobretodo, fuera realista consigo mismo. La película como ya he dicho, además de ser espesamente lenta, peca de arrogante. Demostrando todo lo que puede dar de sí en escenas más que vistas en mil y una ocasiones como cualquier otra escena de terror. Cierto que hay alguna chula como la de la bañera pero el resto no intimida, PARA NADA. No existe el terror, en una palabra. ¿Por qué? Porque el que hay se nos ha tirado a la cara tantas veces que uno lo ve como una rutina.

Pero volviendo a donde me quedé antes, ¿qué se hace después de meterle fuego a la VHS? Pues aquí se nos va la historia por una especie de posesión del crío mediante una ¿Samara que extraña el cuerpo humano? ¿Un trauma de cuando era un bebé? ¿Por qué no lo paga entonces con su madre? Sería lo más lógico, según estándares promedios de las cintas de terror. Tornarle la vida en una pesadilla a aquellos que perturbaron a la ahora, vengativa alma en pena. Se recurre a la desesperada al mundo de los sueños, echando capotes al más puro estilo Freddy Krueger en sus pesadillas. Lo más gracioso es cuando Aidan le toca el brazo a su madre y le transmite una VHS mental, ¿esa mierda va en serio? Lo dicho, un nexo de unión para seguir con una historia que parece una larga cuerda hecha a partir de otras y con muchos nudos.

Doble personalidad, amigos exprés que se mueren al rato (pobre mentalista) y una samara irreconocible en su papel, de auténtica muñeca de trapo para hacer con ella cuando se quiera, lo que se quiera. Eso es lo que más coraje me dio, que el propio creador de la figura emblemática destrozase de esa forma tan comercial a su sadako gringa. Una falta de respeto total de un director vendido a un guión basura. Esto le sucedió en 2005, pero aún día de hoy… tampoco está muy lejos. Una lástima.

Dentro del reparto vuelven los mismos actores de la primera (algo también recurrente en el macro projecto hablado más arriba) como Naomi Watts en su papel de Rachel, David Dorfman como Aidan y a Daveigh Chase como Samara. Entre las nuevas incorporaciones contamos con Simon Baker en el papel de Max (o el pobre chaval que paga el pato), Mary Elizabeth Winstead (La Cosa), Gary Cole o Ryan Merriman (actor típico en las teen movies).
Sacando el lado positivo a todo ese insulso guión estaría el tema de la madre y su relación con su hijo-samara. Se crea un conflicto moral de tener que llegar a matar a su propio hijo para hacer desaparecer a Samara del cuerpo del crío. Llega a funcionar, todo sea dicho, pero no la forma en la que se “libran” de Samara. Pongo muy en duda que cerrarle la tapa del pozo en sus narices y tirarse de un acantilado ponga fin a todo, igual que ese soso final del que uno espera más.

También hay que reconocer el entretenimiento tonto, aquel que sabiendo lo mediocre del producto logra engancharte de alguna estúpida forma; y la banda sonora, una auténtica gozada entre tanta chatarra. Gracioso el hecho que Nakata aprovechó este film para, de forma enmascarada, reelaborar una especie de remake de su Ringu 2, la de 1999 (dos por uno). A pesar de ser otra auténtica basura repelente, qué más da.

Es decir, un producto olvidable como ella misma y pasable como referencia única,
                                  


                                       

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