(yoen dokufuden: hitokiri okatsu)
aka: Quick-Draw Okatsu
Japón, 1968, Nobuo Nakagawa
Segunda parte de la trilogía “Legends of the Poisonous Seductress” perpetrada en 1968 por Yoshihiro Ishikawa. Nueva película, nuevo director. Tomando el relevo el famoso cineasta del terror japonés antiguo Nobuo Nakagawa, en una de sus últimas aportaciones al cine tras la llegada de nuevos directores, nos muestra la forja de una venganza que promete ser sádica al menos para desvanecerse en un pésimo guiño a su predecesora.
El nexo común en esta saga es el papel protagonista de una
mujer, heroína que se venga de algo o alguien y que con ayuda de un personaje
secundario que cae bien a la audiencia derroca a los malos, restaurando la paz
en cierta región (suele ser el típico gobernador/conde/jefe de algún clan
vanidoso y arrogante). Desconozco si es el estilo del director, pero salta a la
vista que esta segunda parte no la dirige el mismo hombre, en cuanto al estilo
se refiere. La precuela, por así llamarla aunque en verdad no tienen ninguna
continuidad ni esclarece nada de su anterior (aunque la actriz protagonista
persista en su papel estrella), exponía a su femme fatale “Ohyaku” en los combates y reyertas más a menudo que
la versión nueva del maestro Nakagawa. Es decir, la otra cinta estaba cargada
de mucha más acción mientras que ésta tiende a crear una atmósfera de
situaciones mejor elaboradas y con mayor consistencia. Además, se aprovecha de
esa extensa historia para ir añadiéndole poco a poco más desgracias que tendrá
que soportar la protagonista (muertes sucesivas de casi todos sus allegados). No
siendo suficiente y convirtiéndose en una razón más que de peso, desde un
comienzo se nos presentan las desgracias personales que los malvados hacen a
nuestra protagonista, nada explícito debo decir, pero una perfecta
representación sugerente mediante cuidados enfoques y ángulos de las escenas
fuertes nos dan una idea de lo que sufre la chica. El personaje sufre e igualmente
el espectador, por lo que la veraz puesta en escena de la historia resulta más
que creíble.
Desgraciadamente el film tiene varios resbalones muy feos e
imperdonables con un guión de buena calidad. La aparición repentina y casual de
ciertos personajes en la trama peca de forzada, como si un salvavidas tirasen a
Okatsu para que siga su andadura. Aun así lo sabe remediar con unas muy
logradas escenas de combate con katanas siendo un lujo verlas y disfrutarlas,
percatándonos del gran compás que tuvieron que seguir los actores (más que
perfectas actuaciones en este caso) para no fallar en largas escenas sin cortes
algunos.
Destacar del apartado técnico la cámara que enseña de
distintas formas distintas situaciones, encuadrando mejor cuando así lo
requiere la escena y retrotrayéndose cuando es innecesario (llega a quedar
mejor que de otras formas). La música, elemento circunstancial en este tipo de
films, se hace presente satisfactoriamente.
Recomiendo verla, aunque hay que tener en cuenta que Okatsu,
no es como Ohyaku.
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