DIRECTORES: "Ronin Team"
Tailandia se está convirtiendo en un país a lo menos impredecible, ya que cuando menos te lo esperas te explota en la cara un cañonazo putrefacto y rancio como una obra maestra, y qué mejor ejemplo que la trilogía “Art of the Devil”.
Su primera película podría calificarla con infinitos
adjetivos despectivos, pero con decir que la segunda parte (“Art of the devil 2”)
se llamó “Long Khong” en vez de “Khon Len Khong 2” (nombre de la original en
tailandés), ya lo dice todo… Y es que tras la multi-orgásmica segunda entrega,
este tercer fascículo oriental se queda a medio camino, por lo menos para mí, sin
entender por qué la gran mayoría de la gente le sigue dando a la zambomba con
esta “brain explosion”.
Nominada por “mejores efectos especiales” y “mejor maquillaje” por la “Thailand National
Film Association Awards (2009)” la cinta es encabezada por el “Ronin Team”
apodo del equipo directivo de Long Khong y que aquí vuelven a la carga en la que
hasta la fecha me resultó uno de los filmes más difíciles de comprender, llegando
al nivel de la mismísima Kairo (Pulse) de Kiyoshi Kurosawa.
Siendo etiquetada como una precuela sería mejor comentar que no se ancla ni antes
ni después de los acontecimientos vividos en la segunda parte, ¡sino que da
saltos temporales! a la par que lo une con la historia real donde se
desarrollan los acontecimientos. Así que ya sabéis, un buen redbull en vena, el
móvil lejos y máxima concentración, sino….bueno pues no te enterarás de un
carajo.
Este reto mental funciona de mil maravillas para aclararnos
varias cosillas que dejó en vilo su antecesora tornándose una rape &
revenge, pero sin el rape, es decir, una “ahora os vais a cagar por lo que me
habéis hecho & revenge”. La venganza
es un plato que se sirve bien frío y “Aajaan Panor” (Napakpapha Nakprasitte) lo
sabe de fábula. Uno a uno, nuestro personajes irán cayendo cómo moscas siendo
víctimas de algunas de las peores formas de morir (que no sangrientas, aquí se
produce una separación leve respecto a su predecesora) dirigidas por la dolida
madre.
El cast a diferencia de dos personajes, es nuevo aunque en esta ocasión no existe ese nexo tan fuerte
entre ellos como nos hicieron notar con la 2ª parte, así que cuando van
muriendo, te dan pena, pero tampoco tanto. Ladeamos la cabeza y poco más, ya
que la cinta no se vuelca con ellos ni los carga psicológicamente más allá de
ser personajes “de usar y tirar”.
Como ya resalté en “Macabre” aka Ruma Darah, y que lo repito
en esta ocasión con la actriz protagonista de Art of the Devil 3, ejerce uno de
los papeles más difíciles a interpretar, pero nuestra “Napakpapha” no actúa el
papel, ella va más allá. Te muestra las diversas caras y comportamientos de una
persona en 90 minutos. Sin lugar a dudas, Napakpapha Nakprasitte necesita más
premios, por no decir un óscar.
La fotografía tampoco se queda atrás, esos efectos
especiales ultra realistas y súper estrujados en las escenas de torturas son
canela en rama, aplausos. Mostrando lo ficticio (es una peli al fin y al cabo)
en una cruda y malsana realidad. Viscerales y repulsivas otra vez, hubo unas
escenas (pocas pero las hay) en las que tuve que ladear la cara. Ni CGI ni
ordenador ni ostias, ¡esto sí que es realismo!
Pendientes de un remake gringo que parece cancelado hasta
aquí llega la saga Thai-Horror más sangrienta del siglo XXI.
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