27 jul 2017

Juego:: Expediente X: El juego

Título Original: The X-Files: The Game
aka: Expediente X: El Videojuego
País: EE.UU
Año: 1998
Productores: Gary Sheinwald, Sean Kelly, Halle Eavelyn, Phil Peters
Director: Greg Roach
Escritores: Richard Dowdy, Greg Roach
Música: Paul Wayne Hiaumet, Mark Snow
























En el boom de la propia serie de televisión por excelencia en tratar fenómenos paranormales noventeros, Expediente X o Archivos Secretos X (depende de donde seas) sacaron un videojuego al estilo “point and click” tan populares en los ochentas noventas. Cosa que desde ya no entiendo, pues si yo estuviera en aquella época y con la fiebre de la serie en la cabeza seguramente querría jugar como Mulder o Scully, estar en el sótano, resolver casos, destapar conspiraciones del gobierno, etc. Contrariamente a los ideales de cualquier chaval, la FOX en colaboración con un estudio que nadie conoce se mandó una aventura gráfica en primera persona, dos conceptos que no se llevan nada bien.

Te invito a que hagas un poco de memoria y recuerdes algún título de aventura gráfica, a ver, ¿cuáles te salen? Monkey Island, Indiana Jones, Maniac Mansion, Broken Sword y mucho más, ¿cierto? ¿Y qué tienen todos ellos en común a parte de estar bien chingones? Pues que tú ves tu propio personaje en pantalla, ves lo que le rodea, dónde está, cuáles son los elementos con los que interactuar… TODO en una palabra.

Aquí y en palabras textuales del director “queremos que sea como un episodio más”. Men, esto no es un episodio, es un videojuego. Si quiero un episodio me lo veo de la serie o miro la peli, el juego sirve para jugar, de ahí la palabra. Por ello mismo y tergiversando la ciencia de la videolojuegología (esta es mía, pillaros otra vosotros) fusionó lo impensable, algo fuera de contexto en las aventuras gráficas, hacerlas en primera persona. Experimentos en la vida ha habido muchos, pero que salgan bien y no exploten en la probeta es ya otra cosa, Greg Roach. El gameplay se vuelve muy escabroso, tedioso y confuso por momentos. Aún recuerdo cuando lo empecé a jugar por primera vez, ehh… ¿dónde estoy? ¿y…qué…es exactamente este control infernal? Uno por más que lo intente le cuesta ubicarse, tarda un rato hasta que consigue hacerse un mapa 3D en la cabeza del sitio donde se encuentra porque, y repito, el juego no se enfoca desde un ángulo donde de a buenas recrees tu ubicación en el espacio. Igual los que se hayan hinchado a jugar jueguitos en primera persona pues no les parece demasiado complejo esto, pero seguro que los movimientos que recoge la cámara sí lo son. El jugador NO tendrá un libre movimiento aún en POV, sino que se basará en direcciones pre-establecidas por la cámara; lo cual bajo mi punto de vista, es un retraso monumental para como estaba el mercado de los vidyas en aquel momento.

Por otro lado y teniendo en cuanto el artrítico gameplay, otra cagada gorda que presenta el juego es el tiempo de espera. ¿Tienes que usar la PDA? Pues a esperar! ¿Quieres usar el PC? Pues a esperar! ¿Quieres seleccionar algunos ítems en algún menú? Prepárate porque irá lento! Tarda menos el cargarte partida que todo eso en conjunto, impresionante. Vale que las aventuras gráficas no pudieran otorgarle movilidad propia y funciones al personaje, más allá de las establecidas, pero no se lo pensaba dos veces con lo que tenía. ¿Tienes que viajar hasta tal punto? En un plis plás ya estás. ¿El menú? Exprés… ¿véis lo que os decía antes? Esto es la anti-aventura gráfica: The Game.

Yo tengo que esperar los 2 minutos que se me calienta el Cola-Cao, la espera en la consulta del médico, lo que tarda en llegar el autobús…porque es normal, así se hacen esas cosas, pero lo que yo no puedo es demorarme por abrir el menú y esperar unos segundos hasta que pueda proseguir, tarea que, será más jodida si tienes prisa o quieres probar algo. Lo que tarda en su conjunto se vuelve pesado, lento y finalmente, aburrido. El juego es puro aburrimiento.

Sí que tiene una historia buena, vale que se haya dirigido todo con mucho cariño, me encantan los gráficos hechos de fotos reales y ya ni te cuento de interacciones con objetos y personas no sólo de la propia serie, sino de carne y hueso. Todo ello sumado a que conservaron el doblaje español es un pelotazo que a mí, como fan, me gustó muchísimo, pero ello no quita lo más importante DE UN VIDEOJUEGO. Si eso falla, todo al traste… (por eso mismo existen tantas adaptaciones tan mal realizadas).

La banda sonora corre a manos del mítico Mark Snow, que también trabajaba en la serie, igual que el cast (quitando del medio obviamente a varios personajes que son exclusivos del juego), Chris Carter como el creador y la FOX detrás llenándose los bolsillos con el dinero de los padres que le compraban el jueguito a sus hijos por navidades. Positivamente le doy varios puntos por lo ya dicho, que se hayan respetado tanto los personajes, como la mitología de la serie al ser trasladadas al videojuego (lo cuál es lógico pues estaba respaldado por el estudio, para que no se pasaran de la raya) y esos toques de humor tan propios junto con guiños a secundarios tan carismáticos de la serie.

Buen intento, pero la próxima vez será. Nos vemos en Resist or Serve, 


21 jul 2017

Jigoku

Título Original地獄
aka: Jigoku
aka: The Sinners of Hell
Japón, 1960, Nobuo Nakagawa

































Verás querido lector, acabo de leer varias críticas sobre la película, me he visto por segunda vez aquel documental que se hizo hablando un poco sobre el director y no sé si merece la pena hacer una review. ¿Nunca te ha pasado lo mismo? Realizar un trabajo o proyecto a cerca de un tema del que has visto gente desgranando todo cuanto se podía hablar de ello, esa sensación de ¿y yo qué digo ahora? Si ya lo han dicho ellos…

Nobuo Nakagawa fue un hombre cercano con los de su trabajo, comía con los actores, le gustaba escuchar las opiniones de su equipo sobre el rumbo de la película que estuviera rodando, en fin, un buen tipo que rodó cerca de cien cintas y sólo un pequeño puñado de ellas eran de terror. Así es, por raro que pareciera y aunque es considerado como el realizador que lanzó el J-Horror al estrellato en tiempos ya muy lejanos, no era su género predilecto. De hecho tendríamos que agradecerle en parte, la labor al productor Okura, el japo que instigaba a Nakagawa a realizar más pelis de miedo. Gracias che.

La historia gira en torno a dos pibes que estudian teología en la universidad. Una noche desgraciada atropellan a un yakuza borracho y se dan a la fuga. Shiro, el más inocente, noble y con la conciencia menos podrida desea contarle lo sucedido a la policía (que ya investigaba el crimen). Pero Tamura, que era el conductor, se lo impide aconsejándole que no desperdicie toda la vida que tiene por delante. Así es, el joven Shiro Shimizu (el famoso Shigeru Amachi) tiene todo lo que cualquier joven pudiera desear: una guapa pareja, buena vida, carrera favorable, su boda en puertas, etc. Lo que el desdichado no sabrá es el futuro horrible y perturbador que le aguarda tras su fuga, una espiral de muertes a su alrededor que a cualquiera podrían hacerle enloquecer. 


Karma o no, según el nivel de escepticismo del espectador, son innegables la cantidad de desgracias que le suceden al chico, arrastrando tras de sí un aura negra de mala suerte con la que todos sus allegados y aquellos nuevos personajes con lo que se tope, morirán. De ahí su posterior depresión durante el resto del film. Además el pecador atraerá al pecador, como las moscas a la mierda y también contemplaremos como termina rodeado de asesinos a los que les espera su misma suerte, el infierno. Una suerte muy recurrente también es el tema del propio infierno in il filme, distinto del concepto occidental en cuanto a ideologías religiosas (el protagonista estudiaba teología, recordemos). Digo esto porque el concepto que trata la película como “infierno” es en verdad el limbo en la religión budista, una zona de transición donde el pecador sufre por sus actos en vida para así, curarse y liberarse. De hecho de esta forma es mostrado en la peli.

Como bien denota, la obra se divide en dos arcos. El primero es donde atendemos a los personajes, su ser y su relación con el protagonista. La segunda es el propio infierno, donde partiendo del Río Sanzu (apología a la figura de “Caronte” tal vez) terminarán en los dominios del Rey del Infierno, Enma. Allí todos y cada uno de los personajes sufrirán los ocho infiernos, cada cual más atroz y repulsivo que el anterior. Y he aquí donde empieza lo bueno… 


Bien, Jigoku posee tres elementos que la hacen única: fotografía, trama y decorados. Un guión que da vida a la película, unos decorados donde se desarrolla y un medio de transición, un canal, que lleva los hechos al espectador de la mejor de las maneras posibles. Aquel que indague un poco sobre esta producción rápidamente dará con algo relevante, el tema del presupuesto. Y es que el estudio encargado, la Shintoho se encontraba en quiebra, y Jigoku era su Final Fantasy, pero la diferencia con Square Enix es que aquí sólo hubo una parte.

Ya nos encontremos tanto en el primer como en el segundo arco, se dejan ver en casi todas las escenas, diría yo, una sobrecarga barroca de luces y sombras, que, encajadas como por capricho del cineasta, componen actos de auténtica belleza intensificando mensajes de los diálogos o sensaciones de personajes, por no decir remordimientos del propio protagonista. Por ponerte un ejemplo sin spoiler dañino: Tamura convence a Shiro de que no confiese el crimen y que guarde silencio. Esto es narrado en una habitación, de día, pero en total oscuridad, que atrapa a ambos personajes. Shiro cabizbajo e intranquilo en la esquina agolpado contra la ventana y Tamura sonriente y maquiavélico paseando su mirada por la estancia. La narrativa es preciosa. Teniendo esto en cuenta, trasládalo al infierno. Todos los fondos son oscuros o dan la sensación de que es de noche (como en casi todo el metraje), ello sumado a lo desolador que parecen los paisajes quedan a merced del único elemento visible en pantalla, las escenas de tortura o violencia explícita. 


Es una auténtica maravilla para los ojos contemplar tal barbarie de tintes rojos, efectos de la vieja escuela, cartulinas giradoras y material plástico tan buenamente exprimido (lo que tiene aprovechar hasta el último yen). Esta labor merecedora de varios premios de la academia japonesa, se complementa con una trama que rara vez se haya visto en el cine, al menos de una forma tan grotesca y sensible a los menos experimentados. De hecho esta producción desencadenaría sin quererlo tres remakes:

-Jigoku de Tatsumi Kumashiro (1979)

-Japanese Hell de Teruo Ishii (1999)

-Narok de Tanit Jitnukul, Sathit Praditsarn y Teekayu Thamnitayakul (2005)

Paralelamente puede que ese sea su principal problema, el talón de Aquiles del Infierno. El producto con marca Nakagawa no cuajó entre los japoneses. Y para sorpresa del estudio fueron los más jóvenes los auténticos acérrimos al film, aquellos a los que más les había gustado. Algo insólito teniendo en cuenta la época, el rumbo del cine de terror y la propia película. Por ello mismo lector me gustaría aconsejarte antes de nada, por si te han entrado ganas de verla, ¡alto! No es para todos los gustos, puede llegar a aburrir si el cine aún con influencia kabuki te molesta, o si los FX’s legendarios no se asemejan a los del mercenario Michael Bay. Son polos muy opuestos, lo sé, pero el miedo y pavor que dio en el año 1960 no se puede tratar ni igual siquiera, a lo que hemos sido acostumbrados en el siglo XXI. Agárralo con pinzas si quieres pero, sin lugar a dudas sigue siendo una joya y pionera para el cine de terror japonés e internacional.


                                 

19 jul 2017

Horrors of the malformed man

Título original江戸川乱歩全集:恐怖奇形人間
aka: Edogawa Ranpo zenshû: Kyôfu kikei ningen
akaHorrors of the malformed man
Japón, 1969, Teruo Ishii






















Teruo Ishii te suene o no, es considerado un director de culto, pero no tan recordado. Cine chirriante entre el terror más psicodélico y la fantasía oscura, todo ello embadurnado en censuras y un grupo de espectadores selectos le cierran un poco las puertas. Nada he podido contemplar de este hombre sino la obra que nos ocupa, en esas a tu propio juicio queda ya creerte o no lo anterior.

Ya sea por leerse la sinopsis o tras ver la peli uno no puede decir sino “esto me suena”. “La isla del doctor Moreau” como estamos acostumbrados a escucharla, o más bien “La isla de las almas perdidas” si tenemos en cuenta la primera versión de 1932 (de esto hay una saga) trataba de cómo un científico loco lideraba una isla de deformes y blablablá. En fin, todos conocemos la peli. Lo sorprendente es escucharle a Ishii que su película no estaba influenciada por las pelis americanas, esto, cierto o falso se quedará para la posteridad, pues molestar el alma de los difuntos nunca atrae buena suerte. En estas, voto por desempatar y, preguntar por el amigo Edogawa (co-guionista junto con Ishii), el Edgar Allan Poe japonés, cuya historia original salió de su puño y letra un día de 1926. No creo que haya que decir quien fue el primero, ¿verdad? Bien, una vez aclarado ese punto el siguiente sería hablar sobre la censura. ¿Por qué fue baneada durante tantos años en Japón? Sencillo, el tabú. Ese país tan maravilloso y de costumbres poco ortodoxas a ojos occidentales mantiene una máxima social (entre tantas otras) acerca de los deformes. Los “freaks” como se les llaman en inglés (de ahí la palabra “friki”). No verás a ningún actor interpretando a un personaje con algún hándicap (cine, tv, etc). Su cultura, sus reglas, así que ya puedes hacerte una idea del revuelo que produjo esta cinta.



En nuestra historia, un médico llamado Hitomi (nombre de mujer) interpretado por el famoso Teruo Yoshida (Body snatchers from hell) se despierta en un sanatorio mental, mientras una nana algo familiar le resuena en la cabeza. Consigue escapar en pos de descubrir el origen de esa canción, y ello le llevará a desentrañar un misterio mayor del que andaba buscando. Ya de entrada, al comienzo de la obra te percatas de que pasa algo raro, no tienen sentido algunas cosas y comportamientos como por qué en ese sanatorio pueden deambular los pacientes de celda en celda, enfoques gratuitos a los pechos de las mujeres, escenas de violencia desmedida, etc. 


Durante gran parte del metraje la peli transcurre de forma tranquila, sin prisas, donde el espectador disfruta de lo que ve. Sin sobresaltos algunos y con hasta toques de humor pasa la primera hora volando, cosa que la segunda mitad no tolerará. Aquí es donde nuestro protagonista y espectador se enfrentan al hueso duro de la cinta, lo grotesco, danzas extravagantes y sinsentido, exotismo e ir terminar con crudeza explícita. Nada de gore ni cuchillos al aire cortando cabezas, sino lo comentando más arriba, deformes. Una fotografía y música cuidada con sumo detalle realza dichas escenas (en varias ocasiones transmitiendo algo de la realidad del personaje malvado), junto con una edición surrealista embellece lo que a priori no significa nada, nada para Hitomi, pero sí para el antagonista. Es la forma que tiene la peli de que veas la mente perturbada del deforme y comprendas el porqué de lo que ha hecho, es un loco, de eso no cabe duda. 


Como consecuencia y de todo el entramado que va descubriendo el protagonista, el final es el típico donde un personaje del que ni te acordabas da su discurso y explica la trama un poco. Depende de cómo se trate dicha escena puede tratarse de un monólogo aburrido donde cuenta un chiste malo o como bien expone nuestra película, se utiliza para valorizar dicho personaje y que el guión aprovecha para ir avanzando (de la otra forma se quedaría encallado hasta que ese personaje parara su discurso).

Un filme con más sorpresas de las que uno se imagina y nada que ver con lo que te vende la grotesca portada. Ya digo, lo más zarpado son las imágenes de deformes y los experimentos que lleva a cabo del mad doctor (que de doctor tiene poco pero bueh). Además que, como viene siendo típico de este tipo de cine nos regalan una pequeña crítica social con moraleja de por medio. Un drama perfectamente llevado a cabo y una idea original revolucionaria para su época. Desde luego una obra a tener en cuenta.

                              




17 jul 2017

Vapour Man

Título originalガス人間第一号
aka: Gasu Ningen Dai Ichigo
aka: The Vapour Man
aka: El Hombre Vapor
Japón, 1960, Ishiro Onda






















Ishiro Onda, el creador de la famosísima saga Godzilla, se trajo en una época ya bastante antigua una serie de films sobre humanos con capacidades para alterar su propia naturaleza (Half Human, el hombre H, Vapour Human, etc) que comprendió finales de los cincuenta e inicios de la década siguiente. Siendo la ciencia ficción el género favorito del cineasta como bien se puede palpar en su kilométrica filmografía fue y sigue siendo para la posteridad el padre del kaiju eiga (o cine de monstruos japoneses). Justamente en 1960 y con el respaldo de la gigante Toho realizó en compañía de su colega Takeshi Kimura (guionista de la mayoría de films de Onda) un drama fantástico sobre un hombre que, tras un experimento fallido puede transformarse a su voluntad en gas.

Como crítico aficionado de cine he de decir una cosa, esto de escribir no sale solo. Antes, cuando mis reviews consistían en un párrafo pues sí podía y de hecho, lo admito. Cualquiera puede escribir tres frases sobre una peli y quedarse tan pancho pero cuando has de realizar un análisis de una obra ya no tardas diez minutos, ¿os acordáis de los análisis de textos en Lengua? Pues igual de tedioso pero sin que te lo corrijan; tú eres el escritor, el lector y el profesor. Cuando veo una peli que es una maravilla en más de una ocasión no sé por dónde empezar a recomendarla pero cuando se trata de una basura me sucede lo mismo, ¿cómo me cargo esto? La difícil tarea resucita entre los escombros del área muerta, aquellas cintas que tras verlas no te salen las palabras, sino monosílabos. Tanto para bien como para el mal sentido, no son sencillas de analizar. El Vapor Humano es una de ellas.

¿La recomiendo? ¿Es buena? ¿Merece la pena? Hmmm…sí y no amigo mío. Con el cine antiguo hay que tener el mismo cuidado y delicadeza que cuando limpias un jarrón caro, no seas duro. En su época y tras el pelotazo que se marcó el amigo Onda estoy seguro que la peli tuvo que ser un éxito en taquillas (la época, el tema de las radiaciones, guerra fría, ya sabes lo típico del linaje de “El enigma de otro mundo”). La peli es lenta hasta el aburrimiento, denota relleno para llegar a la hora de metraje comercial, le falta acción y escenas donde verdaderamente se llegue a contemplar al villano mutado en su esplendor, etc. El asiafílico fan de cine podría reprocharme en cara algo que siempre he defendido del cine oriental, su larga duración. Es otra forma de hacer cine, no todos están preparados para ella, Hollywood ha hecho mucho daño y yo quiero explosiones, adrenalina y chistes reciclados con los que reírme y recordar cuando salga de la sala y esté cenando con mis colegas en el McDonald’s. Cierto es, pero déjame aclarar una cosa, puedo sentirme orgulloso del cine nipón (en este caso) que he visto, obras de lento recorrido pueden llegar a contar más que 3 minutos de acción norteamericanos. El arte es arte, y por ello mismo hay museos en los que te puedes deleitar con un cuadro de Picasso mientras que en otros aprecias una rueda de bicicleta insertada en un taburete del Gambrinus.

Bien, nuestro villano, como bien reza la sinopsis promedio, se enamora de una kabuki dancer (en verdad eran danzas folckóricas pero bueno, los gringos editaron el material, qué se le va a hacer) y con ello, conociendo la forma de hacer cine de los japos estaba más que seguro que rondarían por pantalla varias escenas de ese baile ancestral. El abuso lleva al empacho, esto es lo que sucede aquí. Además el ritmo con el que avanza la obra es extremadamente lento (recordad lo que dije antes porfa), y es ridículo. La peli de 90 minutos aparenta el doble, las escenas dan la sensación de ser cortas y enérgicas con esa fotografía tan bien cuidada (los planos claro-oscuros o iluminación de exteriores a la noche son bellos) pero la trama se desarrolla a un ritmo que da bostezos.

Aunque nuestro villano con habilidades gaseosas no diga chismes ingeniosos ni haga volar por los aires atrezzo digital, sí que puede enorgullecerse de estar realmente bien interpretado por Yoshio Tsuchiya (Matango entre otras de Onda) e ir de badass por donde vaya: atracando bancos sin dejar pistas, reírse de los polis, tener a sus pies a los periodistas…).Tiene el guión en la palma de su mano, todo ello va por buen camino con la presentación de los personajes y demás acontecimientos hasta que, no se sabe por qué, le da por entregarse y a modo de flashback explicativo (infodumping a jeringazos)nos cuenta su origen y el motivo de sus acciones. ¿Por qué? En lo que a mí respecta no tiene sentido alguno, tira todo lo anterior por la borda quedando de pringao (como su muerte). Por ahí se le da forma a su romance (no inventado como hoy en día) con una paleta de formalidades a la antigua que recicla viejos hábitos del amor más puro.

¿Qué quieres decir entonces? Lo que quiero decir es que no sé cómo termino siempre enrollándome tanto y segundo que el film es de lo más olvidable. Si hoy en día se recuerda a Onda por Godzilla será por algo, ¿no? Los actores muy famosos en su época por varias asociaciones con el director o con otros films de renombre Kon Ichikawa de por medio) realizan un gran papel que ofuscan los secundarios en cuanto a sobreactuaciones gesticulo faciales. Variadas inverosimilitudes sobre el guión y demás subjetividades le alcanza para un 6 en el ámbito personal pero que considerando lo del tercer párrafo le ofrezco el podio del notable.



Hasta nunca.


13 jul 2017

Cole Cole que te Como

Título OriginalDi yu wu men
aka: We are going to eat you
aka: Cole cole que te como
China, 1980, Hark Tsui


















Kárate bueno, bonito y balato

Un agente especial del servicio de inteligencia chino va en busca de un peligroso y famoso criminal apodado como “Puño de acero” a un pueblo perdido del meñique de dios. Allí descubrirá de todo un poco dentro del marco común de las pelis de aventuras-comedia: novia exprés, el amigo gracioso que se hace por el camino, el malo malísimo, sus secuaces y un secreto tenebroso, asqueroso y cómico a la par.

Tras The Butterfly Murders, el siempre fanático director del cine fantástico Hark Tsui llevó a cabo esta obra medio aventuras family friendly medio gore comedia, mezcla ingeniosa e interesante cuya puesta en marcha arranca satisfactoriamente. Por lo que desde ya el público al que va dirigido es un poco selecto: no puedes ponérsela a unos peques por las escenas violentas que tiene, pero tampoco a unos sedientos de gore y matanza a destajo porque les iría corta, hay que buscar el término medio. No llega a ser de terror tampoco, pues miedo no da, acercándosele lejanamente la abundancia de colorante carmín que se utiliza en contadas ocasiones. Igualmente, y siguiendo esa manera tan particular de hacer esta peli, el director no quiso otorgarle un estilo tenebroso u oscuro, sino divertido pero también algo pesado y exagerado. Este gazpacho peleón parece ser, a priori, el recomendado para aquellos que disfruten de cine de terror en general (sabiendo de antemano lo desastre que es este género). 


Entre los actores destacan los protagonistas obviamente, como Norman Chu en su papel de detective con toques de Indiana Jones (la fedora, esos poses ante cámara, algunos comentarios, etc), el ahora retirado Melvin Wong como el malo malísimo o Eddy Ko (Dioses contra Demonios) interpretando al viejo calvo. El fuerte del film no es el gore del que tanto se le tacha, sino las escenas de acción orientales. Muy influenciadas por las cintas de Jackie Chan o Bruce Lee, nos encontramos ante un repertorio casi inagotable de llaves, bloqueos y técnicas karatekas con las que nos la pasaremos como enanos disfrutando. Eso sumado a las típicas escenas cómicas que se aprovechan de meter, obviamente. La música al igual que la fotografía tampoco destacan mucho, pues están al servicio de las escenas mismas, esto es, si tienes una escena de acción ¿qué música pondrás? ¿y si tienes una de suspense? Se responden solas. Lo que sí me ha llamado la atención es la propia cámara, ¿o debería decir “cámaras”? No es que la edición sea mala, sino que a lo largo del metraje notaremos como “que se han grabado escenas con diferentes cámaras de diferente calidad” y al hacer la edición y ponerlo todo junto se notan los cambios. Esta diferencia puede apreciarse en el ruido de exteriores o la estática propia del cine antiguo, por no mencionar también la calidad visual, pobre según la cámara también.

El doblaje español es una cagada de risa en el buen sentido. Eso por no decir que hay partes donde al parecer no cubrió el doblaje, segundos de duración que están en idioma original. Quiero decir, es una peli que al fin y al cabo es para reírse un rato. Las escenas de gore hoy en día quedan muy falsas (parece sorbete de fresa, la verdad) y desde el comienzo se suceden escenas típicas de films parecidos. El final es la pega, da la sensación de haberse hecho muy apresurado, a la joven princesita no le pega esa actuación dejando un poco insatisfecho al espectador. Bastante zarpado diría yo pero que, bueh, si por algo recordarás esta peli no será precisamente por eso.

Y qué decir del título, un cague. Del “We are going to eat you” a “cole cole que te como” las licencias se perdieron por el atlántico al parecer.

7/10, would bang

11 jul 2017

Possessed


Título Original: 불신지옥
aka: Bool-sin-ji-ok
aka: Possessed
aka: Living Death
Corea del Sur, 2009, Lee Yong-joo-I





















Una película de posesiones se le puede ocurrir a cualquiera, esta, no

Las cintas de posesiones demoníacas llevan existiendo desde que el cine de terror existió, un género que como cualquier otro ha tenido sus variaciones y repercusiones, tanto a nivel de audiencia y recepción como público y consecuentemente remodelación del género. Echemos la vista atrás, ¿os acordáis de esas historias que os contaban vuestros padres de pequeños? Cuando ellos tenían tu edad e iban al cine, ¿existían las pelis de miedo? “Claro, hijo, pero yo no podía entrar. Había un señor en la entrada que te pedía la edad, y si no eras mayor se te prohibía la entrada”. Exactamente, antes, el cine de terror, era cosa de adultos.

Por otro lado las modas, o tendencias de actualidad marcan no solo a la sociedad sino también al mercado. Recordemos aquello de “la ley de oferta y demanda” y “el poder emana del pueblo”. Por tanto, si digamos, un grupo de personas (población) elige u opta por comprar un cierto producto, su fabricación se duplicará, triplicará, etc para atender tal demanda. Si ahora trasladamos tal rudimentario ejemplo al cine de terror pasa exactamente lo mismo. Y es que con el paso del tiempo, esa prohibición de edades y ese señor en la entrada desaparecerían, abriendo fronteras a todos los públicos, ¿no? De tal forma aquel público curtido en años que visitaba con regularidad las butacas del terror sería reemplazado por otro tipo de público cada vez más joven, atraído por ese antiguo veto, el porqué de lo prohibido. Llegando a nuestros días unos espectadores que rozan la pre-adolescencia.

Ahora bien, si bien el consumidor es aquel que elige el producto, dicho producto también debe acoplarse a las exigencias del consumidor y así, actualizarse. Esto se puede ver en cualquier cosa de nuestra vida, contemplar el paso del tiempo acuñado a las necesidades del ser humano. Mira sino la evolución de los ordenadores, móviles, electrodomésticos, vehículos, etc. ¿O acaso tu coche es el mismo que utilizaba la gente en la década de los ’80? Vale, todo lo que te acabo de soltar está muy bueno como relleno pero, ¿qué mierda tiene que ver con la peli? te estarás preguntando. Todos creo que hemos visto (y si no, mal que hacen) el exorcista, película por definición “de posesiones”. Y como se vio la notoria, no solo impacto, sino repercusión económica de dicho film, las productoras y directores de cine saltaron a realizar varias copias de lo mismo, para llamar la atención, público y así, dinero. Pues no creo que a estas alturas sea necesario decir que el cine, como todo negocio, busca ganancias.
                                                                                                  

Con el tiempo, se dejaron o relevaron a puestos más secundarios a aquellos protagonistas cuarentones o en plena treintena, para sustituirlos por universitarios o pre-becarios hasta en nuestros días adelantar la edad a la plena pre-adolescencia, una salvajada. “Lo importante es llenar las salas, hay que atraer a ese nuevo público que nos financia”. De igual forma si te pido que me nombres al menos tres pelis de posesiones, seguramente sean americanas en su totalidad, dando por sentado como el gigante americano lleva las riendas del mercado cinematográfico. Pero al igual que pasó con otros géneros de terror como el slasher, los zombies o maldiciones, la explotación en masa termina en el astío, el agotamiento y el aburrimiento de ese espectador que con ver el tráiler ya sabe de lo que va la peli. Esto se traduce equivalentemente en una pérdida de dinero, riesgo que no está dispuesto a correrse.

Llevando este ejemplo al marco del cine asiático de terror sucede lo que siempre he comentado, llegado un punto en el que la fantasma de pelo largo no da miedo, la gente se aburre y deja de verlo. A nadie asusta la decimoquinta nieta de Kayako. Tal panorama necesitaba lo que antes he comentado, un ajuste, una pequeña puesta a punto. Por tanto salieron pelis que intentaron remodelar el terror más clásico con medios actuales (The Wailing rescata el cine de zombies con un lavado de cara impresionante o Mourning Grave, que arremete desde Corea contra el manido Síndrome de Sadako). ¿Pero qué pasó con las posesiones? Bueno, si bien es cierto que esta temática no pegó ni siquiera fuerte en el continente asiático, sí que lo poco que se hacía llamaba la atención de alguna forma u otra, dando tirones de oreja a los americanos que seguía con sus Insidius, Encuentros Paranormales 2 y demás cutreces. Aunque en el 2015 China nos brindara como un sopo de aire fresco Daughter, es en el 2009 cuando un novato y joven director se atrevió a desempolvar la cruz y la biblia para, esta vez sí, utilizarlas en nombre de Dios. 

Bulshinjiok en coreano o “el infierno de los no creyentes” en castellano viene siendo una de esas benditas obras que reconstruyen un género con la misión de sanarlo (algo así como el trabajo de Kiyoshi Kurosawa). El eje común a todas las pelis de posesiones es el tremendo protagonismo con el que se recarga a la/los poseídos. Si ese eje lo partimos, no tenemos nada. Bueno, esa es la mentalidad de Hollywood, pero no la de todos. Tal vez no sea el eje principal, pero sí el antagónico. Mientras que la investigación de los sucesos que rodean la posesión está en marcha, dicho mal actúa en un segundo plano, pero, respaldado por el otro. Tal como bíceps con tríceps, la historia de nuestro film sigue el mismo camino. De hecho se llegan a ayudar en más de una ocasión, fundiéndose para seguir avanzando. Esto es genial. No sólo el clímax de tensión o incertidumbre que prima en todo rato, sino también la alternancia que tan de moda puso en su época la serie “Perdidos”, esto es, los flashbacks. Pero, como bien dije al comienzo de este párrafo, en su misión regeneradora, la cinta cambia los saltos temporales por sueños, pesadillas. Al más puro estilo “Pesadilla en Elm Street”. Por ello, y porque la película está enfocada desde la perspectiva de la protagonista se nos hace en ocasiones algo difícil diferenciar entre su paranoia y la realidad de los hechos. Además del excelente desarrollo de la historia tenemos unos diálogos cargados de información para desentrañar, junto con los efectos narrativos que presenta el director (habla un personaje mientras un flashback toma lugar o mientras algo secundario sucede, por ejemplo), el origen de la misteriosa desaparición de la hermana de la protagonista.

Metiéndome más a fondo en el terreno de los personajes resultan todos sencillamente humildes. Van a su bola, no obedecen a personajes clichés, sino que se comportan de una manera distinta (hasta rara en ocasiones) pudiendo confundir a otros personajes e igualmente al espectador. Bueno, tal vez he pecado de arrogante al decir eso, pues nuestro detective tiene sus problemas familiares que son salpicados por el problema de los protagonistas (cosa que suele pasar) o que el poseído es mujer, o que todos van cayendo como ratas. Bien, aquí hay que saber diferenciar entre el personaje plano y la propia caracterización. Una cosa es el copia-pega y otra es darle una personalidad sólida y diferenciada de su alma mater. Possessed lo sabe hacer muy bien, tiene un repertorio de personajes que a su modo, son típicos pero sin ser tópicos. Tan normales como los que tendrías tú de vecinos. Y de hecho, esto da aún más terror, ¿o no?


Como buena producción coreana también nos sorprende con un poco de crítica social que se puede interpretar de varias maneras, no llega a ser el fuerte de la película, pero sí que sabe coordinarse con ese “súper-eje” anteriormente comentado, otorgándole una mayor solidez a la trama. Además tal sustancia se aprovecha de la mejor de las maneras, dando aún más terror a la trama y espectador. Las escenas de sueños perturbadores van del curioso al paranoico, rozando el nivel de degradación de Silent Hill en sus primeros juegos. Sin lugar a dudas, los adeptos al terror de verdad disfrutaréis con esta obra.

En cuanto al cast, nuestra actriz estrella Nam Sang-mi trabajó en Dead Friend, el policía interpretado por Ryoo Seung-ryong (Seoul Station, The Piper, Children, The Admiral: Roaring Currents, The Front Lines…), Shim Eun-kyung como la hermana pequeña (Seoul Station, Train To Busan, Hansel and Gretel), Kim Bo-yeon como la madre (Monster drama) son algunos ejemplos de calidad que tiene la suerte de tener la peli.

En fin, una producción imperdible para todos aquellos que busquen algo distinto dentro del terror y sobretodo, de buena calidad.


                                         



9 jul 2017

Assault! Jack the ripper

Título original暴行! 切り裂きジャック 
aka: bôkô kirisaki jakku
aka: Assault! Jack the Ripper
Japón, 1976, Yasuharu Hasebe





















¿Quién es Jack, quién es el ripper y dónde está el asalto?

Vamos a ver…vos tenés un pibe con un carisma antisocial ultra autista y una mina re loca de la cabeza con una perturbante filia sexual a la que le encantan los donuts, ¿qué mierdas hacés? Yasuharu Hasebe tiene la respuesta: una auténtica bocha. Por ahí se dice que esta cinta es una pionera del pinku ponja o sino es tachada de culto para otros, las bolas. El guión sin sentido nos muestra cómo un pinche de cocina de un restaurante de 7 estrellas conoce a la camarera ya descrita “de una forma no muy convincente que digamos”, terminan enrollándose de una forma igual de poco convincente y terminan matando a la gente por placer puro.

¿Alguna te pasó que tenías que estudiarte un rollo intragable y se te hacía muy pesado avanzar más allá de dos párrafos? Bueno, pues yo estoy así ahora mismo. Las 5 de la tarde, un calor de la ostia que hace y además con el portátil que está más caliente que vigilar un puchero. Así que vamos a darle ya a esto de una vez por todas y arreando, que ya llevo posponiendo esto más de un mes.
En fin, que esto vale menos que los he leído y acepto los término de licencia. A estas alturas no deben sorprendernos la violencia en el cine, y menos aquella ligada al sexo, ya que desde tiempos inmemorables e inicios fructíferos del cine de terror contemporáneo, sexo y violencia han ido de la mano como una pareja perfecta a la que saber exprimir hasta el hastío inimaginable (te estoy mirando a vos, Jason). Pero del entretenimiento palomitero adolescente hasta el pinku hay un gran salto que a veces se comporta como una fina barrera. Assault! posee una historia que de cierto modo y si quitamos las escenas de sexo, muchas de ellas sin sentido, podría llegar a agradar si no fuera por lo tontamente con las que la guionizaron. Es curioso admirar como el personaje central va evolucionando de un nerd pringao a un asesino despiadado (esto puede llevar a hypes innecesarios pero dentro del marco que da el film es válido). Unos escasos y a su vez estúpidos diálogos entre los dos sumado a la poca coherencia con la que transcurren las situaciones deja el film en manos de unas escenas softporn de mala calidad que en vez de calentar al espectador lo aburren. Eso sí que es curioso.

La interacción entre los dos protagonistas peca de arrogante por parte de la dirección, dándole un papel sombrío y como de tipo importante al pardillo y de novia estatua a la tía, que una vez avanzado el metraje poco hace. Pasa a centrarse en el tipo que también nos fijamos que no vale un duro para su papel y que las escenas de violencia son una porquería. Cada nuevo rapto, cada nuevo asesinato a sangre fría (como si esto fuera así de sencillo en la vida real) es más incongruente que el anterior y queda muy lejos de emocionar (sino por aburrir).

Por más que le doy vueltas podría salvarse el campo técnico solamente, porque lo que respecta a actuaciones, guión y demás detalles puff…mejor ni me caliento. Ved el póster y salid corriendo.

1/10, ta luego