DIRECTOR: Takashi Shimizu
El maestro Takashi Shimizu es para mí un gran interrogante, pues de a poco realiza un film de terror filosófico como Marebito, como se manda una cagada al más puro estilo 7500. A día de hoy no me he visto toda su filmografía pero a medida que van cayendo títulos más actuales estoy empezando a pensar que sufre el famoso síndrome post-fama. No sólo él se ve afectado por esta “enfermedad”, el japonés Hideo Nakata también la sufre. Que sólo afecte a aquellos directores que en su día crearon un film revolucionario e impactante en su campo (y a nivel internacional) no es mera casualidad, ya que la táctica de explotar la gallina de los huevos de oro no es nueva, y es que si algo funcionó, ¿por qué no fabricarlo en masa? Este concepto derivaría en el tsunami cinematográfico que yo llamo “el SadaNami del 2000”, filmes con la típica niña de pelo largo con la maldición de turno bajo el brazo.
¿Y por qué he metido a Shimizu en esa saca si no reproduce
su Ju-On en sus nuevos trabajos (quitando a 7500)? Cuando creas una película
que supone un boom adonde quiera que vaya está muy bien, pero a la larga
también se convierte en un problema, teniendo que dejar el listón cada vez más
y más alto para no defraudar a un público deseoso de más de lo que le has dado al
principio. En estas el artista convirtió a Ju-On en un saga que a día de hoy
sigue en activo (Sadako vs Kayako) pero después tienes que pensar en otros
proyectos y avanzar en tu carrera, ¿o es que quieres que se te conozca siempre por
lo mismo? De hecho y a modo de curiosidad, la actriz que interpretaba a Kayako
Saeki en las películas japonesas (y los dos posteriores remakes americanos)
terminó por cansarse de que la gente solo la reconociera por su fantasmagórico
personaje y por ello mismo no trabajó en esa horrible tercera entrega…
Entonces, y ya que te
has especializado en el cine de terror, ¿qué hacer sin caer en la “rutina”? O
bien tienes una gran imaginación y se te ocurren muchas ideas, o por otra parte
haces “The Shock Labyrinth”. Sin ser un guión escrito por él mismo, Shimizu
dirigió una obra que en su conjunto se podría resumir como una mediocridad.
Cierto es que la idea original es buena y curiosa, su puesta
en escena no resulta convincente, perdiendo mucha credibilidad, seriedad y
fuelle, hasta terminar por desinflarse en una basurilla del tres al cuarto para
adolescentes sin criterio. He estado esperando todo el tiempo a que sucediera
algo, una chispa, un atisbo de suspense o un guiño al terror clásico del
maestro Shimizu. Como resultado queda una cinta muy pobre donde el gran fallo
radica en los actores, dios mío de mi vida…
Vamos a hablar de eso porque merece una mención aparte, la
verdad. Me gusta defender del cine oriental las grandiosas interpretaciones de
sus actores, pero como todo en la vida, nada se reduce a una ecuación
matemática, siempre habrá excepciones, y es aquí donde las encontramos. En
general no saben actuar ni empatizar con el público, importándome ocho que
ochenta que alguna muera. No sé qué es peor, si las sobreactuaciones
exageradas, o la falta de vida que le imprimen a sus personajes
desaprovechándolos por completo (al igual que la peli). El protagonista es una
vergüenza.
Sobre la trama añadir que todo surge de forma espontánea y
apresurada, poniendo en escena al grupo de personajes muy rápido, sin darte
tiempo a saber de dónde han salido o por qué de todo esto. Por no mencionar lo
estúpidamente pseudo filosófica que se vuelve la cinta en la segunda mitad,
aburriendo aún más.
Quitando la belleza de las chicas, los chavales poco
destacan al igual que los demás clichés de manual que se meten de vez en cuando
(el detective que no sabe ni él mismo para qué lo han puesto ahí). Pero lo que
de verdad me tocó la moral fueron esos momentos donde la lástima y pena
envuelve a ciertos personajes, llorando de una forma más falsa e hipócrita que dan
ganas de liarse a guantazos, y así verás cómo después si lloran con más
realismo. ¡Que se ha muerto un amigo tuyo de la infancia! Quieres cambiar esa
expresión de empanao que me llevas!?!
Dentro del aspecto técnico, el elemento que más y mejor se
destaca en todo el recorrido es la iluminación, muy bien plasmado, al igual que
los efectos digitales o FX’s. Por lo demás, una teen movie pedorra que no uno
no espera de Takashi Shimizu.
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