aka: Trick Troisième Partie
Japón, 2003, Yukihiko Tsutsumi & Hisahi Kimura & Noriko Marumo
The Troisième Partie
Pareciera que fuese ayer cuando estaba viendo el primer episodio de la serie, con expresión de incertidumbre ante la recomendación de un compañero. “Me dijo que era de suspense con comedia, estas dos cosas juntas nunca me han molado. Igual me termino echando una siesta.” Y entonces le di al play. Un poco soso el primer episodio a ojos actuales y algo pobre en cuanto a tecnicidades pero tenía un algo, se dejaba entrever. Que si unas actuaciones convincentes, gesticulaciones faciales graciosas y naturales, chistes inocentes que te sacaban una risilla,… potencial en una palabra.
De hecho puedes darte un cálido baño de la nostalgia si pillas el primer episodio de cualquier serie con algunos años y con buena reputación y fans, te darás cuenta de lo mismo: algo escueto, un primer contacto. Ya los demás episodios conseguirían acostumbrarse a su propia onda, seguir el paso y coger finalmente velocidad. ¿No se extraña esto hoy en día? Fíjate en una serie moderna, actual y mírate solo el primer capítulo. Bombástico y arrogante por doquier. Se cree importante, “miradme, aquí estoy, voy a ser la mejor serie del siglo XXI hasta que otra diga lo mismo, que guay”. Antes no pasaba esto, iniciar una serie era como jugar a los dados, no sabías como saldría. De alguna forma se quería crear una gran historia partiendo de un inicio humilde y simple. El episodio piloto de Expediente X mismo es bastante particular. Te daba a entender el tipo de serie al que te enfrentabas, dejándote las cosas muy claras con cuatro chismes cómicos, una atmósfera de suspense bien rica y una excusa como los aliens bien montada para tenerte pegado a la tele la próxima semana.
Trick 1 hizo lo mismo. No lo digo porque sí. Una vez terminada esta última “temporada” me volví a ver el primer episodio, el origen de todo. Sin hacer comparaciones odiosas canta a la legua la gran diferencia en todo lo que hay: unas actuaciones más pulidas, mejores efectos de sonidos, la banda sonora no se esconde cuando se la llama a escena, un carisma más imprimido en los personajes, etc. Esta es una perfecta evolución, ¿no? Así es, Trick es una gran serie la mires por donde la mires, y eso que es más de lo mismo. Son cinco historias donde nuestra anti pareja se las pasa solucionando los enigmas y trucos que se les presenta, sin más aspiraciones. Esta operación se lleva repitiendo desde la primera parte, esa trick 1, y sigue funcionando tan bien no, incluso mejor que el primer día (gracias a las mejoras anteriormente comentadas).
Mientras que esta obra de Yukihiko Tsutsumi sigue a pleno rendimiento, esas otras series que empezaron a toda potencia terminan por desinflarse en relleno absurdo y banalidades que a nadie le importa. El ritmo constante es duro y cuesta mantenerlo, pero al final siempre salen frutos. Ya puestos, estoy segurísimo que la productora (TV asashi) le tuvo que dar libertades al director(es) para que hicieran más episodios por los buenos datos de audiencia (iba creciendo exponencialmente desde sus inicios) pero si algo es bueno, es porque escasea; dice el dicho. Tal cual con esos 10 modestos capítulos era suficiente para tener esperando a los fans hasta que aparecieran más noticias del dorama y así rebasar la cuota (el primer special fue un éxito, doblando a la tercera temporada).
Quitando lecciones aparte, torikku 3 tiene dos aspectos que la elevan por encima de su antecesora, ahondar en la vida familiar de Yamada y mejorar el personaje de Ueda. Cierto que a estas alturas las estructuras y psicología de cada personaje está más que determinado, o eso pensábamos. Quizás aquel que sufre una gran y mejor metamorfosis (bajo mi punto de vista) es el ayudante del inspector Yabe. Pasa de ser el tonto del pueblo a un tipo listo, pero con ese toque absurdo y satírico que tanto caracteriza a la pareja de policías. Mientras tanto las relaciones de amor-odio entre Yamada y Ueda se van acentuando más pero sin atreverse la serie a dar el paso (creo que todos entendemos con lo que quiero decir). Va todo normal hasta que llegamos al último episodio. La carga sentimental que emana es bestial. Por fin el momento que estábamos esperando, ¿sí, no?
Mientras que esta obra de Yukihiko Tsutsumi sigue a pleno rendimiento, esas otras series que empezaron a toda potencia terminan por desinflarse en relleno absurdo y banalidades que a nadie le importa. El ritmo constante es duro y cuesta mantenerlo, pero al final siempre salen frutos. Ya puestos, estoy segurísimo que la productora (TV asashi) le tuvo que dar libertades al director(es) para que hicieran más episodios por los buenos datos de audiencia (iba creciendo exponencialmente desde sus inicios) pero si algo es bueno, es porque escasea; dice el dicho. Tal cual con esos 10 modestos capítulos era suficiente para tener esperando a los fans hasta que aparecieran más noticias del dorama y así rebasar la cuota (el primer special fue un éxito, doblando a la tercera temporada).
Quitando lecciones aparte, torikku 3 tiene dos aspectos que la elevan por encima de su antecesora, ahondar en la vida familiar de Yamada y mejorar el personaje de Ueda. Cierto que a estas alturas las estructuras y psicología de cada personaje está más que determinado, o eso pensábamos. Quizás aquel que sufre una gran y mejor metamorfosis (bajo mi punto de vista) es el ayudante del inspector Yabe. Pasa de ser el tonto del pueblo a un tipo listo, pero con ese toque absurdo y satírico que tanto caracteriza a la pareja de policías. Mientras tanto las relaciones de amor-odio entre Yamada y Ueda se van acentuando más pero sin atreverse la serie a dar el paso (creo que todos entendemos con lo que quiero decir). Va todo normal hasta que llegamos al último episodio. La carga sentimental que emana es bestial. Por fin el momento que estábamos esperando, ¿sí, no?
La esencia de este J-Drama no es otra que sus gags, sus detalles. En un solo frame puedes ver cantidad de cositas, minucias que en conjunto forman un agregado precioso en palabras de calidad, pues estamos ante una comedia principalmente adornada con ese suspense (nunca lo olvidemos). Vive de esto y así crea su propio estilo, los creadores lo saben a la perfección. Por ello cuando parece que por fin va a llegar tal o cual momento tan ansiado por todos se desvanece mirando para otro lado, metafóricamente hablando. Puede que dé rabia pero es su estilo, de todas formas lo “arregla” al final. Personalmente este tipo de cosas me mosquearon un poco, quería ver lo que yo quería que pasase cuando claramente se ve que la serie no se guía por un fandom con pensamientos infantiles e ideales. Quizás no haciendo tal cosa le otorga algo de realidad y naturalidad a ciertas escenas dentro de lo fantásticas que parezcan.
Que la cámara vibre cuando pasa algo inquietante, el uso del ¿Por qué no das lo mejor de ti?, o esos trucos baratos de Ueda para llevarse a su compañera en una aventura son detalles antes citados que le dan esa personalidad tan amada al drama. No sin antes recordar el ending, lejos de quedarse atrás de las demás evoluciones y más preciosista que su antecesor seguimos teniendo a Chihiro Onitsuka como cantante, en esta ocasión con su “Watashi to Warutsu (Waltz) wo”.
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