4 feb 2021

Hashima Project

 Título Original: ฮาชิมะ โปรเจกต์ ไม่เชื่อ ต้องลบหลู่
A.K.A: H Project
a.k.a.: Hashima Project

2013, Tailandia, Piyapan Choopetch
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


Potencial desaprovechado en una teen horror pedorra del momento



La historia arranca con unos jóvenes bien pubertos que están dispuestos a lo que sea para que su mini proyecto cinematográfico de terror sea bien mirado por alguna agencia y así puedan meterse en el negocio.

Viéndolo ahora, les hubiera salido más barato haberse creado una cuenta en YT y ponerse a hacer la basura que hacían: terror inventado llamando a tu amigo para que se ponga una sábana por encima. Fácil, igual de engañoso y al menos no muere nadie. ¿Spoilers? Pero si ya se sabe lo que va a pasar por favor…


En fin, la película podría describirse con la palabra “desengaño”. Uno se pensaba que esta banda se iba a perder por la misma isla, le iban a partir el culo los fantasmas e iba a desarrollarse un slasher fantasmal bien Asia como de la época, pero no. En cambio, el director lo apostó todo a dos cosas: primero, el dramatismo intensivo cada 2x3 y segundo, crear otra película de maldiciones como cualquier otra tailandesa.

El dramatismo resulta muy fácil de detectarlo, ya que se repite en bucle desde el momento en que el grupito vuelve de visitar la isla. Después de un acontecimiento trágico, como la muerte de alguno de ellos, arranca una musica sad con ritmo, dando paso a escenas donde los personajes están melancólicos, idos o también bien sads. Este tipo de escenas vienen genial para el final de un capítulo de una serie, y que de una forma elegante y sentimental, te despides hasta el siguiente episodio; pero dándose en una película resulta raro por no decir incoherente. Incoherente el hecho de repetirlo hasta que llegan los créditos. 



Luego tenemos la clicheada de pies a cabeza de ignorar todo lo que pasó allí y hacer como que no sucede nada importante mientras tus amigos caen como ratas. Pues a parte de aburrido, molesta. Molesta tener que perder el tiempo en historias paralelas que inflan a la general para meter aún más drama, como todo el arco sobre la novia del tipo-que-va-de-cool y su muerte, así como la del tipo tímido-con-cara-de-virgo que nos ofrece un comportamiento fuera de lo común en su personalidad y que no se explica por ningún lado.

> Los personajes no tiran de estereotipos clásicos aunque su desarrollo es inexistente, es imposible empatizar con ninguno de ellos y te termina por importar un carajo lo que les pase. Lo más curioso de todo es que un personaje que está por estar porque no afecta en nada a la historia, como es el guía turístico que les “enseña” la isla, es el que resulta más entrañable de todos.

No aporta nada, y si se muere, pues ok, igual que me va a dar, pero al menos su papel lo desarrolla con mucho empeño, credibilidad y realismo.
Ídem para el resto de intervenciones japonesas que arriman el hombro en la cinta (el prometedor nuevo productor de GhostLand que les puede ayudar en su meta que antes comenté, la fantasma del pasado que atormentará al tipo-que-va-de-cool, e incluso el recepcionista del hotel donde se hospedan en Nagasaki). Bueno, ¿y qué me dicen sobre esos viejitos que están viendo un partido de fútbol en un bar cuando se les une de una manera cringe los pubertos extranjeros? Qué emocionados. 


> El horror-factor tira de screamers baratos, venidos a menos de una producción de la segunda década del 2000 (los jumpscares eran lo máximo en una época donde Insiduos y compañía reventaban taquillas). Guión pre cocinado de maldiciones asiáticas con ese toque tan “occidental” que le importan las nuevas juventudes con su forma de comportarse, vestir y usar las nuevas tecnologías.

> Los efectos especiales tales como el CGI para las muertes o las apariciones fantasmales disfrutan el notable, al igual que el apartado sonoro como el resto de los demás, sin posibilidad de destacar ninguno de ellos por encima de otros.


Seamos sinceros, el único atractivo con el que contaba la producción era que estaba ambientada en la famosa isla de Hashima, bajo el control de la Prefectura de Nagasaki, al sur de Japón. No es que la isla esté maldita per se, pero se le puede montar una historia de embrujo y efectos paranormales tan artificial como la propia isla en sí. Para saber a lo que me refiero, solamente basta con leerse el artículo en la Wikipedia y verse algún corto vídeo documental sobre la isla. ¿Te imaginas que hubieran hecho una historia de terror en los túneles angostos y claustrofóbicos donde los mineros morían bajo condiciones inhumanas? ¿O de esos trabajadores que, exhaustos por la sobrecarga de trabajo y malnutrición decidieran suicidarse? ¿Y qué me dicen de inventarse una especie de culto religioso que se hubiera extendido entre los conciudadanos mientras todo el caos de las muertes mensuales, la depresión que causaba un paisaje de hormigón proyectado mirases donde mirases, y todo esto unido a las condiciones de trabajo? NO. “Una teen-horror estará mamalona”. ¿Ven? A esto me refiero, la ubicación del lugar otorga una cantidad infinita de posibilidades que se desaprovecharon.

Bait: Póster y sinopsis

Switch: La película

5/10 Olvidable.





P.D.: Les invito a que investiguen un poco sobre el sitio, vean la isla por el Google Maps. Intentar recrear todo aquello mientras observas el cadáver maltrecho de lo que fue, resulta más satisfactorio que la propia película.

 

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