aka: la bara
aka: The Coffin
Tailandia, Corea del Sur, Singapur, EE.UU., 2008, Ekachai Uekrongtham
En Tailandia existe un ritual en el que te introduces en una especie de sarcófago o ataúd, se te cierra con clavos y tras ciertas oraciones de los sacerdotes del ritual se te vuelve a dejar libre. Se dice que la persona se cura, ya sea una enfermedad o carencia personal. Y viendo que la peli es un producto original (a pesar de ser una co producción generosa), no podía faltar ese punto de terror thai tan propio. Personalmente, el terror tailandés no termina nunca de encandilarme, bueno miento, sí que lo consiguió, pero con una obra de arte: Long Khong. Mira que me atraen las leyendas urbanas, ritos culturales o mitos sobrenaturales de países. Por ello mismo el Thai Horror debería ser mi pasión, ¿no? Já, más quisiera yo. De verdad, no sé qué es lo que falla, o lo que no me llega de convencer que cada vez que me veo una peli de miedo tailandesa se me termina atragantando. Una y otra vez le doy oportunidades, hasta hoy. Con esta obra marco un punto y final despegándome temporalmente de esta prolífica industria.
El país en cuestión se las ingenia sin muchos problemas para incluir, la gran mayoría de las veces, parte de su cultura ancestral en sus filmes. La forma en la que es llevado a cabo es otro cantar, “El Sarcófago” es el ejemplo por excelencia. Tenemos todos los pasos, un poco de ritual made in Thai, una maldición y una moraleja educativa (pack completo de manual por si quieres hacer una peli a la tailandesa). En nuestro caso la cinta arranca realmente bien, con un potencial exuberante, dos historias separadas que prometen mucho y más con un elenco de actores de gran calidad.
Entre filas nos encontramos a Ananda Everingham (Shutter) y Karen Mok (A Chinese Odissey) como protagonistas. Nuestros personajes secundarios tampoco se quedan atrás, Suchao Pongwilai (Ong-Bak), Andrew Lin (Wife from Hell) o la bella Napakpapha Nakprasitte tampoco se quedan atrás. Le tengo un especial cariño a la última actriz tras su insuperable actuación en Art of the Devil 2 y 3, no solo porque supiera relanzar como ella misma un inicio de trilogía muerto, sino por su carisma. Igual me imaginé que aquí haría algo similar (porque le hubiera venido como el agua) pero desgraciadamente no fue así (de todas formas, su mera entrada a escena fue una satisfacción).
Bien, ¿dónde falla The Coffin? después de los 20 minutos iniciales, y no sé por qué. Como ya digo, el comienzo es perfecto, un buen ambiente cargado de intriga donde el espectador no termina de pillarle el hilo al asunto, pero después todo se va al garate. Tampoco tanto, pero digamos que cae en aguas de nadie. Se transforma en un producto aburrido y mediocre que a pesar de esforzarse por seguir adelante poco impresiona, cayendo en coincidencias que unen un guión con sustos predecibles y poco originales. Esto se incrementa cuando nos vamos acercando al final, una serie de secuencias se suceden porque nuestro protagonista da con el personaje Dios, que le ayuda en todo y cada una de las cosas que tiene que hacer para que vuelvan las cosas a su cauce. Es como si lo supiera todo, sale de por ahí y qué casualidad, te termina en un santiamén la peli. Ya se va notando la poca credibilidad de los hechos…
Pero vamos, que la moraleja está ahí. No intentes cambiar el destino de la vida, pues algo peor sucederá. Eso, o sino lo mismo intentaba transmitirnos la saga Destino Final con cada entrega. De un modo más americano y explosivo pero a fin de cuentas, el mismo mensaje: no juegues con la muerte.
Ni que mencionar cabe el apartado audiovisual, actuaciones o efectos especiales, a la orden del día. Vamos a ver, estas tecnicidades APORTAN al film, no lo crean. Aquí se vuelven a utilizar con otros clichés del terror thai como los bebés y la sangre, pero eso mismo, poco más.
Un producto olvidable del montón,
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