20 may 2016

El fin del mundo en 35 mm

AÑO: 2005
DIRECTOR: JOHN CARPENTER
























“Cigarrete Burns” o como muy creativa y descaradamente, aunque más acorde a la temática, se tradujo en España “El fin del mundo en 35 mm” es considerada uno de los mejores episodios de entre las dos temporadas que tiene la serie. Y aunque Carpenter también sacó otro capítulo en la segunda parte de Masters of Horror, ésta se lleva todo la fama, ¡y vaya cómo!


Me es hasta de obligación empezar a hablar por la trama, dios mío, ¡cuánta originalidad junta! Carpenter nos ubica en un marco muy actual mezclado con uno de los temas que más pueden transformar y hasta llevar al borde de la locura, la obsesión, y en este caso obsesión por lo prohibido.

¿Nunca os ha pasado que no dais ni a tiros por internet con esa peli que buscáis por todos lados y paulatinamente se os van incrementando las ganas de verla? A mí sí, y aunque en esta “peli” se lleva esto al extremo, la metáfora es perfecta. Nos ponen en escena a un ultra fanboy del cine encarnado por “Udo Kier” (en una de sus mejores interpretaciones) que quiere a toda costa un filme con una mala fama a sus espaldas llamado “La fin absolue du monde”. Para ello y como está forrado no se va a manchar las manos, sino que recurre a terceros, donde entrará en escena “Norman Reedus” (sí el protagonista del desafortunadamente cancelado Silent Hills). El cuál aparte de tener un pasado más que jodido y con una deuda bastante interesante a pagar se las arregla buscando largometrajes para clientes, lo cual le ha otorgado cierta fama.

Ni que decir tiene que a medida que nuestro protagonista vaya tirando del hilo y aventurándose cada vez en las profundidades del mito de la cinta maldita su vida personal, la realidad que conoce y su misión arqueológica se verán entremezcladas ocasionando uno de los finales más paranoiantes jamás vistos en una película que deconstruye el propio cine a cada paso que da, citando como ejemplos el prestigioso festival del cine “Sitges” o mostrando el personaje del crítico. El cual se le asigna erróneamente como un pobre amargado con libreta y boli en mano anotando sin piedad y con cierta sonrisilla socarrona cualquier defecto que le vea a la obra cinematográfica que esté degustando en ese instante.

Con unas actuaciones de 10 y con unos efectos especiales geniales mezclados con la creatividad invertida en recrear la propia cinta maldita, “Cigarrete Burns” es una producción que se rinde más que justificadamente a su culto.

Recomendadísima obra para, eso sí, estómagos algo fuertes.


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