Los 90’s, década llena de varias sorpresas para el mundo
tecnológico, “gamer” y cinematográfico y en la que aquí un servidor nació.
Durante este periodo
en Japón estaban de moda ese tipo de cintas tan famosas y ultra explotadas hoy
en día sobre un fantasma vengativo de larga cabellera negra y sedosa que arrasa
una maldición por donde pasa. Ejemplos pueden ser Kazen-Ban, Kokkuri-san, Death
and Spirit, Don’t Look up, las primeras de Ju-On o la Ringu de Nakata, entre
otras.
Pero… ¿fue siempre así el país más prolífico de Asia
Oriental? Obviamente no, ya que al lado de este tipo de “yurei-films” surgieron
otras no muy conocidas, tratando un amplísimo repertorio de temas como
nostalgias de los Kaidan antiguos, la moda del “body-horror” o los extremos más
bizarros, donde se mezclan de una forma casi psicodélica la tortura con el
terror psicológico en cintas tan famosas como Guinea Pig o Hungry mouth. Todo
lo anterior tomando el empuje del mercado VHS.
¿Dónde se sitúa pues “Gakkou no Kwaidan o Haunted School”
entre todo este maremoto de ideas? Pues marcando un nuevo estilo de cine,
destinado principalmente al público joven/infantil pero con toques de terror en
plan “family movie”. ¿Sabéis a lo que me refiero, no? Esas pelis que de pequeño
veías con la etiqueta “son aptas para niños pero si te llevas un sustillo es
que se me ha colao” (como Jurassic Park, que me cagué a los 10 años con ella).
Esta primera parte de una saga de hasta 4 entregas (seguimos
con el exploitation de “si algo gusta, estrújalo) me es un “mixed bag of
feelings”. Al principio y tras leer la sinopsis tachándola de terror en estado
puro iba puesto hasta las cejas de hype para cagarme al estilo Ju-On, pero tras
3 minutos de metraje pensé que me había equivocado de obra. Pausé la cinta,
comprobé que en verdad era esa de “terror tope chungo” y entre incrédulo y
desilusionado continué el visionado pues la peli tenía “un algo” que me
apremiaba a seguir viéndola y no dejarla aparcada. Quizás fue ese mini-chasco el
por qué de que me guste esta singularidad.
Ya de paso os cuento LA VERDADERA SINOPSIS y no la que suele
deambular en internés, para que no os pase lo que a mí. Sinopsis: Una escuela
de primaria aún tiene el antiguo colegio donde se impartían clases, mas en un
estado de eterno letargo viven ahora sus instalaciones. Un grupo de amigos (el
más grande tiene 11 años) se tendrá que embarcar dentro del dicho colegio del
que se cuenta que está embrujado. Aunque añadiéndole el toque cómico al estilo “Los
Cazafantasmas”.
Lo más curioso de las casi dos horas que dura, es el
repentino cambio de estado que sufre la trama. No en el mal sentido sino en el
de la sorpresa. Tan pronto nos plantan una escena de humor infantil y mueca
rápida a una muy aterradora con su atmósfera bien hecha y todo. Ante tal cambio
de interfaces me es harto difícil encasillar dentro de un género bien
establecido este filme, aunque si nos ponemos “tiernos” podría ubicarse dentro
de ese “falso terror” teniendo como ya vemos algunas pinceladas. De hecho
considero de importante mención los dos personajes más terroríficos dentro de
la historia siendo uno de ellos una leyenda famosísima dentro del país nipón y
el otro resulta ser el “boss principal”, un animatrónico de la vieja escuela
muy chulo.
El otro gran punto son los efectos especiales noventeros y
la ambientación. Dos elementos agarrados de la mano que en todo momento nos
darán nostalgia y confort sin tanta digitalización de por medio; un descanso en
nuestros tiempos.
A esto hay que añadir el perfectísimo uso de los escenarios,
no es ordenador ni atrezzo palpable, ¡le sacaron hasta la última gota a la
escuela embrujada! Una gozada perdida en el tiempo dentro del siglo XXI…
Si algunas que otras actuaciones se quedan un poco atrás,
por regla general no resultan un horror, total algunos fallitos se perdonan ya
que nuestros jóvenes actores realizan una cosa muy muy pero que muy echada en
falta en los filmes de terror actuales, la compenetración CREÍBLE en equipo. No
realizan un papel, se meten de lleno dándolo todo provocando tanto la
integración del espectador en la obra como un mayor acercamiento a una
producción de corte fantástico. La música, que aunque no marcase historia, se
las arregla para salir adelante muy correctamente.
Recomendable propuesta con temas serios, profundos y
divertidos que sale muy acertada,
7/10
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