DIRECTOR: Hong Sang-Soo
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida
Al igual que con “The Wailing”, este filme del cineasta
surcoreano “Hong Sang-Soo” lo esperaba como agua de mayo desde su primera
aparición en las noticias de actualidad, y sólo bastó un simple tráiler de no
más de 2 minutos para atraerme hasta lo más profundo. Aún recuerdo el día, y
que se estrenaría en cines españoles.
Sin lugar a dudas estamos ante un filme que se sale de lo
común (y que según tengo entendido, es la especialidad del director), marcando
él mismo sus pautas, reglas y orden de los acontecimientos. Esto, señoras y
señores es lo mejor que te puedes echar a la cara en un mercado compuesto por
blockbusters palomiteros, refritos hechos con aceite viejo y productos
meramente comerciales. Pero vamos con la película:
Bien, te pongo en situación: Imagínate que estás casad@,
tienes hijos y el trabajo que tienes, te gusta. Pero en el fondo sabes que te
falta algo, no sabes el qué, pero lo sabes. Imagina que un buen día “los del
trabajo” te mandan a una ciudad a que expongas un proyecto, pero por cosas del
destino llegas el día antes. Para no aburrirte todo el día en el hotel mirando
el techo, decides salir a la calle a dar una vuelta y conocer el barrio. En
estas ves un museo al aire libre y decides entrar. Una vez dentro conoces a una
persona que, a medida que habláis, te das cuenta que era ese “no se qué” que te
faltaba en tu vida, ¿qué harías? Pero espera…. ¿y si te dijera que tienes dos
oportunidades para intentarlo?
Pues bien, ésta es la situación que nuestro protagonista
vive. Es un director de cine que encuentra el amor verdadero en una chica, una
pintora, pero desgraciadamente no puede corresponderla. Estamos ante un dramón
moral muy pintoresco de lo más bello que he visto en mucho tiempo (años),
bañado de una exquisitez narrativa espectacular. También es una cinta
detallista en la que hay que prestar atención en todo momento.
En sí, el filme es humilde consigo mismo, no quiere
exponerte extravagancias de guión, sino algo claro y veraz (he aquí donde
triunfa). En cuanto al aspecto técnico a comentar dos cosas primordiales:
La primera y fundamental es que ¡el metraje apenas tiene
cortes! Exacto, se suceden tomas larguísimas cargadas de mucho diálogo entre
los dos personajes. Ponte en situación, una conversación larga, en la que te
tienes que aprender un chorro de frases manteniendo el tipo en todo momento y gesticulando
en los momentos adecuados y que recordemos, lapsos enteros de 20 minutos. Todo
ello amenizado con unas asombrosamente reales actuaciones terminan de rematar
la obra.
La segunda es la música, es simplemente, perfecta. Endulza
las situaciones que lo requieren, y cuando no, no aparece, ni falta que hace.
Una obra preciosista que merece mucho la pena, la verdad.
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