DIRECTOR: Takashi Miike
De este polémico y amado director del cine de terror japonés
aún me queda un amplio número de películas que ver, pero a medida que avanzo
creo que voy perdiendo el interés. Ya con “Llamada Perdida” me llevé una decepción
con lo que se comentaba de este hombre y nuevamente me vuelve a pasar. ¿Y la
magia? Tal vez habrá que buscarla en sus inicios, con Audition e Ichi The
Killer o mismamente la saga yakuza…
Lesson of the evil o “Aku no Kyoten” es un slasher con un toque
tarantiniano que en su intento de destacar y ser original cae en numerosos
tópicos del género que no me voy a poner a enumerar por la gran cantidad que
son. Basta decir que la película no sorprende en ningún momento, ya que desde
el inicio sabes quién es el malo y quienes van a morir, ergo la gracia radica
en la forma de contar la historia. Esto es lo mejor que tiene la película y lo
único que me gustó, es decir, la forma en la que es narrada esa presentación de
los personajes y nuestro profesor protagonista (aquel que todo el mundo quiere
de una u otra forma) y cómo poco a poco nos percatamos que hasta los más santos
tienen un lado oscuro.
Esa progresiva evolución del personaje principal está muy
bien llevada, de una forma profunda y que aunque puede llegar a hacerse larga,
no es más que una base, un preámbulo que más tarde justificará plausiblemente los
hechos y acciones que hará nuestro simpático profesor de instituto. Pues bien
la primera hora trata de una forma pausada pero con buen ritmo lo comentando
anteriormente, y así la segunda parte a la que se le dedica generosamente mucho
tiempo (demasiado en mi opinión) lo que el público anda buscando, sangre y
vísceras por todos lados.
Personalmente la matanza en masa la he terminado
aborreciendo con el tiempo, no le encuentro ningún sentido y lejos de entretenerme
me parece estúpidamente absurda. Así que cuando me tengo que tragar más de
media hora de asesinatos a sangre fría y sin ton ni son pues que quieres que te
diga, empiezo por aburrirme y dejar de tomarme en serio toda esa maquinaria que
le ha costado lo suyo poner en funcionamiento en la primera parte del film. Una
lástima a mi parecer, pero bueno, esto no hace más mala a la película (en
absoluto) sino que podría haberse reducido la carnicería a menos tiempo de
metraje; pero si es el toque del cineasta eso ya es otra cosa, igual me sigue
pareciendo lo mismo.
Otro elemento muy recurrente es la fotografía y los efectos
especiales, no solo en el momento splatter sino en el transcurso de la
historia. La cámara bien entrenada logra coger al vuelo muchos detalles
bastante curiosos que suman puntos, al igual que las actuaciones, un cast de
actores fetiche para el artista o caras conocidas de “Confessions (2010)”.
Lo mejor: El trabajo de la dualidad del protagonista
Lo peor: Ese final físicamente inverosímil y estúpido cuanto
menos, ¿va en serio?
Antes de terminar, mencionar con gran pesar los varios
clichés totalmente predecibles que a un fan del cine de terror oriental (como
yo) le molestan ver a estas alturas.
Pasable,
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