DIRECTOR: Kiyoshi Kurosawa
Soul Power….Soul Power…Come to me!
Si te digo “Resident Evil” seguro que conoces toda esa saga
de productos, desde sus videojuegos más primigenios (y a la par los mejores
para muchos) hasta una amplísima colección de películas que parece no terminar.
Pero si te menciono “Sweet Home” y que encima de ser un peliculón ponja
ochentero, era también un videojuegaso de la ya fosilizada NES (aka Famicon);
seguro que a muy pocos les sonará. Pues bien, el mencionado juego fue fruto
de inspiración para los mismos creadores y a que lanzaran en 1996 “Resident
Evil” al mercado.
La historia de “Sweet home” es curiosa, ya que tanto la
película como el videojuego se lanzaron al mismo tiempo para promocionarse
mutuamente; desde luego una idea bastante atractiva. De hecho (por lo menos la
versión que yo vi) la película comienza con un comercial para publicitar ambos
elementos: película y videojuego.
Metiéndonos en la obra cinematográfica es la tercera
aportación del por aquel entonces jovencísimo Kiyoshi Kurosawa. Por fin termina
su incursión en los pinku y se pasa al terror, ejerciendo tanto de guionista
como de director. Aunque tampoco nos debemos olvidar de la figura del productor
Jûzô Itami, el cual aportó en gran medida a lo que es. Personalmente me parecía
mentira que “el otro Kurosawa” estuviera detrás de esta obra considerando sus
pasos anteriores, pero para nada fue un cambio hacia peor, para nada, sino un
salto de gigante y además hacia un terreno del que poco había probado.
No soy un profesional de las películas de casas encantadas,
pero creo que me voy a aficionar después de haber visto esto, la verdad. La
trama va de un equipo de televisión que quieren entrar en la mansión Mamiya, en
busca de un fresco. A partir de esta premisa ya podemos predecir de cierta
forma lo que puede venir a continuación, y seguramente no nos equivocaremos,
pero para salir de un filme totalmente predecible tenemos esa majestuosa
dirección que baña a la cinta en todo momento, y lo que es mejor, no decae en
ninguna ocasión. Así es, nuestros personajes pasan una tranquila estancia hasta
que el tonto de turno le da por derruir un pequeño monolito, y claro, ya
sabemos qué significa esto en el folklore oriental: cosas chungas. Tanto es así
que van cayendo uno a uno de una forma bastante paranormal (algunos apuntan a
guiños de “Poltergeist”) y gore.
Y esa es otra, las muertes están preciosamente plasmadas con
esas técnicas de Make Up FX’s tan de los ochentas y que a mí me han encantado.
Vamos, lo que hoy en día se echa en falta: animatrónicos, un maquillaje
aterrador y un vestuario al unísono. Como curiosidad decir que el supervisor de
los efectos especiales fue un americano (Dick Smith), considerando una
producción japonesa.
Este thriller sobrenatural de terror nos presenta a un
fantasma vengador femenino con cabellera negra peroooo, pero que no, no es una
copia ni un “beta” de Sadako. De hecho la película no gira en torno a este ser,
sino que aparece en dos ocasiones, dejando lo mejor para el final, mostrando una
criatura mucho más terrorífica y que resulta el culmen de cualquier
animatrónico que antes haya visto, simplemente resulta una obra de arte su
diseño. Otra cosa que me llamó la atención fue el hecho de que nadie haya
mencionado que uno de los personajes tiene cierto parecido a Indiana Jones o
que el “actor revelador” de la película no es un hombre.
El metraje también contiene toques de humor muy bien
introducidos y que no molestan. Al igual que comenté en las obras anteriores
del Sr. Kurosawa, la cámara va evolucionando, llegando a unos niveles muy
profesionales en esta ocasión y aprovechando al máximo su entorno para
transmitir diversas emociones al espectador (esto se refleja en la ambientación
en momentos de peligro, o los enfoques a la mansión).
Lo mejor: Dirección, efectos de las muertes.
Lo peor: Algunas sobreactuaciones.
Bastante recomendable esta joyita oculta del J-Horror,
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