DIRECTOR: Daisuke Kobayashi
Me considero una persona muy paciente y perseverante en
cuanto a adaptaciones de videojuegos se refiere, pero todo en esta vida tiene
un límite y “Ao Oni” lo superó. En un principio solo me iba a ver la película y
punto, ya que su atractivo póster y sinopsis me embaucaron, pero una vocecita
me dijo por ahí que primeramente jugara al indie game. Yo os digo lo mismo, si
tenéis oportunidad echaros unas partidas al juego porque merece muchísimo la
pena (tiene acertijos al más puro estilo “Monkey Island” o “Maniac Mansion” y
esto se agradece gratamente en nuestros días…).
La premisa es bastante simple: un grupo de jóvenes entra en
la llamada “jail house”, una mansión abandonada, para investigar un poco y
hacerse los machotes. Las cosas se torcerán cuando tras un breve incidente
desaparezcan todos tus compañeros y tengas que buscarlos. Y ahí estás tú,
delante del teclado y listo para una aventura de estrategia y de terror al más
puro estilo de los juegos de antaño ochenteros.
En este tipo de adaptaciones lo que uno anda buscando es que
mantenga el hilo original del videojuego (tarea también muy difícil
considerando que hay que comprimir en al menos un par de horas todo lo que se
tarda en el video juego). Si tenemos lo anteriormente dicho en cuenta podemos
comprobar que el film se esfuerza por llevar a cabo la esencia del juego pero
otra cosa muy distinta es que te funcione correctamente, y claro está que no lo
logra porque este life action es una basura colosal de proporciones titánicas.
Para empezar la presentación y posterior puesta en escena
del grupo protagonista es PENOSA no, lo
siguiente, pareciera como si la película te chillara desesperadamente que no
empatices con ninguno de ellos porque al fin y al cabo no te da tiempo, cuando
no andan descuartizados en pedazos… La psicología de estos personajes son la
viva definición de “vacía”, no tienen nada ni siquiera un atisbo de
personalidad suya propia que no haya sido copiada de otros tantos personajes
casi idénticos a ellos. Por otro lado tenemos los típicos diálogos espantosos
re ciclados y re utilizados sacados del típico anime moderno basura en el que
el protagonista tiene complejo de pene pequeño y le avergüenza hasta mirar a
una tía a los ojos, y de esto podemos saltar a la artificial relación entre los
congéneres…
La búsqueda de pistas para poder seguir adelante (que era otro
fuerte del juego) aquí no es más que una bromista gymkana cuya realización provoca
sueño y aburrimiento. Lo mismo pasa con el plot twist final, que tira del
maltrato escolar de turno para dar lástima. Perdona pero a estas alturas de la
ya segunda década del siglo XXI no cuela. Las actuaciones mejor ni las nombro
por miedo a que me dé una úlcera de estómago.
La música es paupérrima y los efectos de la cámara por
delante del protagonista cuando va corriendo dan arcadas, en un intento de
copiar las mismas técnicas empleadas por algunos youtubers.
Lo único salvable son los efectos digitales y los FX’s
invertidos en los Oni (demonios azules), pero que al igual que el resto de
metraje son desaprovechados sin explicarte su origen ni para qué están ahí ni
nada.
Maloliente cinta escrita en una tarde y dirigida en cuatro
ratos por un adán con síndromes de grandeza.
Una de las peores películas que he visto en el cine de
terror japonés y una vergonzosa calamidad de adaptación.
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