Título original: Slave Girls from Beyond Infinity
Estados Unidos, 1987, Ken Dixon
La obra se ubica en un futuro lejano, donde el ser humano viaja a su libre antojo por los confines del universo. Nuestra historia comienza con un par de rubias despampanantes que son apresadas y retenidas como prisioneras en una gigantesca nave nodriza. Una de ellas, que siempre se destacará por su valentía y sed de supervivencia, logrará abrir su celda, huyendo en su travesía junto a su amiga. Logran así escapar usando una pequeña aeronave, para terminar en un planeta que, literalmente, les atrajo a aterrizar.
Una vez allí, el espectador no durará un segundo en conectar la actual película con el clásico en blanco y negro “El Malvado Zaroff” de 1932. Las similitudes se amontonan formando una pirámide, y es que tampoco suena tan descabellado. Al fin y al cabo, no ha sido la primera vez que una avalancha de películas surgiera, tras el estrellato de alguna obra cumbre. La lista de sucedáneos siempre ha sido larga, promesas de algo innovador y a la sombra del ganador. En nuestro caso, el presente metraje se establece en la época de las aventuras espaciales, colocando en el centro del momento a “Stars Wars” o “Alien: El Octavo Pasajero”. Aun después de 10 años, había tiempo para seguir exprimiendo la buena fama de tales producciones, y, claro está, añadiendo ese elemento, ese dulce que atrajese a todo aquel curioso como yo que, le gustara probar algo distinto de lo siempre conocido.
Persiguiendo la trama de la película, asistimos a una producción donde claramente no sobraba dinero de presupuesto, pero que tampoco nos podemos quejar de ser una absoluta cutrez. Se notan ciertos efectos especiales como un tanto falsos, sin embargo, el escenario constante donde se desarrolla la acción principal de la historia (una casa exótica y una densa jungla), han sido meramente cuidados para abstraernos del cartón piedra y atrezzos baratos.
De hecho, esta misma idea es la que acompaña a nuestro singular elenco de personajes, ya sean monstruos o humanos, esa rocambolesca y fantasiosa manera de presentarlos ante escena, ya nos habla mucho del pensamiento de la época por emular lo que sería un futuro lejano... Idea que, como comentario aparte, se popularizó en masa por aquellos tiempos donde el cine centraba su atención en las estrellas. Y es que teniendo una factura final apretada, los monstruos que se notan a día de hoy rudimentarios y falsos, en aquellos años eran lo más parecido a la imaginación del creador. Un bajo presupuesto siempre disparaba la vena creativa en producción.
Continuando con la película, siempre resulta interesante de ver. Reclama tu atención y jamás te aburre. Ya sea por el acelerado ritmo que lleva o por las ocurrencias ingeniosas de nuestros personajes. Desde luego, esa idea de que las películas antiguas son lentas o sosas no está presente aquí.
Como producción también de segunda clase, el reclamo recae además en la presentación de unas chicas atractivas y despampanantes. La cámara también lo sabe y, aprovechando la hermosura que irradian ambas actrices, nos presenta tomas impresionantes, topless en contadas escenas pero sin caer en una película morbosa y ni mucho menos, pornográfica.
El uso del fanservice está presente, y en estas ocasiones, es lo único que interesa ver en pantalla. El resto de cosas suele ser secundarios, tales como el realismo de ciertas escenas o la pila de casualidades que se dan en la trama de la historia. Cuando una obra se crea con un propósito fijo, es importante tenerlo en cuenta. Se despega uno de los códigos generales de cinematografía (si es que se existen), y se vuelca toda la producción en ofrecer algo que el equipo creativo quiera, normalmente enfocado en un público en particular. No todo es malo por no ser como “X” o “Y”.
En cuanto a nuestro cast de actores... resulta peculiar. Es cierto que existen varias situaciones donde claramente alguno que otro parece que le pesa expresarse con soltura y naturalidad, como si estuviesen ensayando esa obra de teatro para el colegio, poses de aburrimiento o movimientos poco profesionales. Por fortuna, no se dan por regla general. Vuelvo a reincidir en lo mismo, un tipo determinado de cine, conlleva una manera “única” de rodarse.
Los efectos especiales y la decoración citados superficialmente más arriba resultan ser un gozo a la exquisitez más elaborada y detallada para el bolsillo que se tenía. Se necesitaba impresionar al espectador, dándole un escenario donde lo extravagante y fantástico estuviera siempre presente (que fuese la tarjeta de presentación de la película). Y es que también se sumaba a esta idea el vestuario y el maquillaje. Trajes y vestimentas extrañas, foráneas en ocasiones, no parecían encajar muy bien dadas las circunstancias; donde se llegan a mezclar en una ocasión, bikinis imitando taparrabos prehistóricos, atuendos parecidos a los de los piratas o robots futuristas con muchos cables colgando.
Como último apunte me gustaría recalcar como algo novedoso y positivo el cambio de mentalidad en los diálogos de nuestra joven protagonista. No solo destaca ya desde un inicio, sino que esa personalidad activa e indómita le caracteriza durante todo el metraje. Llegando incluso a afectar a su compañera, la que pareciera una versión opuesta de la misma. No estamos ante una evolución del personaje, ya que eso no está en los planes de este tipo de obras, sino una certera innovación, que le va muy bien y que, en lo personal, ofrece mucho más que otros efectos empleados.
Todo esto hace que la obra sea una buena apuesta para aquellos que les guste el mundillo pero no, para los amantes del cine mainstream de taquilla. Hay ocasiones en las que elegir el Plan B resulta ser la mejor opción.
7/10